PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 10                                                                                                      SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2003
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EL LÍMITE DE LA MEDICINA

 
Los progresos de la ciencia médica para paliar las enfermedades humanas quizá no tengan fin porque la ciencia, en la medida que es acumulable, sigue una progresión matemática que en los actuales tiempos con la ayuda que la tecnología informática presta para computar e intercambiar experiencia podríamos suponer exponencial.
Es cierto que la aplicación de la medicina científica sólo abarca a medio mundo -el más rico- pero el poder curar se supone aplicable a la entera humanidad en cuanto exista la voluntad política de hacerlo; luego se puede considerar que el progreso de la medicina permite prolongar la vida de los individuos de la especie humana.
Una cuestión que comienza a plantearse es si esa prolongación de la vida no supone de hecho introducir un elemento de distorsión en la naturaleza que en un periodo más o menos prolongado pueda volverse contra el bien natural de la humanidad.
Los peligros en ciernes son:
   · Una prolongación de la etapa de vida senil que puede requerir una revolución de los hábitos sociales hacia las personas que han visto disminuida sensiblemente su capacidad de autosuficiencia.
   · Una superpoblación con hábitos de consumo y contaminación que influyan desfavorablemente al equilibrio del mantenimiento de los recursos naturales.
   · Una concentración de la población en entornos favorables al ocio y al descanso que origine un desequilibrio en la distribución geográfica mundial.
Esta pasión del hombre por quererse y querer a sus seres allegados que le lleva a pretender durar lo más posible quizá entre un día en confrontación con el esfuerzo adicional que esa actitud le exige. La autoconciencia de su destino como ser mortal es algo que le distingue de los demás sujetos de la vida y puede que ese parámetro sea el que introduce un elemento de alteración en la naturaleza. Mientras todos los demás seres vivos siguen el ciclo: nacen, crecen, reproducen, mueren, el hombre intenta romper ese destino y busca por todos los medios su supervivencia personal.
En la naturaleza los periodos de vida parecen estar determinados por la posibilidad de la procreación de modo que normalmente las generaciones se suceden solapándose dos de ellas. La especie humana parece que por natural está predispuesta para el solape de tres generaciones: abuelos, hijos, nietos, pero la generalización de procurar añadir una cuarta generación ¿no podría interpretarse como un verdadero reto al orden establecido?
El hecho de la perspectiva de una vida más larga ya ha influido en que en las sociedades más desarrolladas las edades de la paternidad se ha desplazado unos diez años, lo que está originando un ensanchamiento del periodo generacional cuyas consecuencias sociológicas no se han podido evaluar en lo que corresponde a su impacto en la naturaleza.
La última revolución de la medicina apenas cuenta con una cuarto de siglo y su aplicación aún no se extiende por todos los continentes por lo que el peligro de su impacto aún no sea apreciable, pero si el progreso sigue su curso exponencial no será posiblemente la ciencia quien establezca sus límites sino el hábitat quien no lo tolere.