PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 12                                                                                                      ENERO-FEBRERO  2004
página 4
 
 

LO NATURAL EN LA MÚSICA

 
Desde que Saussire definió la lengua como un sistema de signos ajeno a toda determinación del significante sobre el significado, se ha dejado abierta la posibilidad de que también otras actividades mentales correspondan preferentemente a un sistema creativo no dependiente de la imitación de la naturaleza.
Entre las artes quizá sea la música la que aparente una mayor semejanza con el lenguaje, por razón de utilizar un común espacio material, como son las ondas sonoras y el aparato auditivo. Por eso, podría ser interesante reflexionar sobre la naturaleza de la música, su relación con la mente, su creatividad, su trascendencia psicológica...
La música evidentemente no es una invención humana, pues la naturaleza nos muestra muchas realizaciones musicales: El canto de los pájaros, el batimiento del aire en los bosques, la cadencia del mar, el susurro de un manantial... Dónde esté la línea divisoria que distingue una armonía musical del ruido puede llegar a ser una distinción psicológica, sobre todo teniendo en cuenta el limitado segmento de frecuencias audibles para el hombre.
Dada la precedencia de la armonía en la naturaleza no parece raro que haya sido el hombre, mermado en dotes naturales, quien se haya esforzado en imitar el dominio acústico armónico; antes al contrario, parecería extraño el que no lo hubiera realizado.
La gran diferencia que el hombre ha marcado con la música es la consecuente a su capacidad creativa. Mientras en la naturaleza las armonías son constantes en cada especie, el hombre crea una infinidad de melodías, su dominio de la música es fundamentalmente creativo.
De la misma forma que con la lengua, la música mediante la combinación de las notas o tonos armónicas es capaz de con un número finito de elementos componer infinitas composiciones distintas. En cuanto que las mismas con consecuencia de la voluntaria concatenación de notas se puede hablar de una creatividad libre, de una actividad mental no refleja, necesaria, ni determinante.
Pero la actitud del hombre ante la música no sólo es actividad sino que existe también una natural inclinación pasiva que proviene de la delectación natural por la música. Esta satisfacción psicológica en quien no ha sido especialmente educado musicalmente parece que refuerza esa relación de naturaleza entre el psiquismo humano y la música. Salvando las diferencias, una relación semejante se aprecia en muchas especies animales.
La posibilidad que presta la música para evocar emociones indica la existencia de un nexo de relación entre las melodías que provocan determinadas reacciones nerviosas que a su vez conforman representaciones mentales. ¿Son estas evocaciones innatas o sugieren sólo representaciones memorizadas? Dicho de otra manera: la relación entre la mente y la música ¿es natural o social? Aunque de la lengua se afirma que su naturaleza es social, de la música parece más apropiado hablar de una realidad natural, lo que exige una predisposición del sistema nervioso para tal fin, y una actividad del cerebro que genere los impulsos necesarios para causar el placer.
El aspecto creativo de la música, como toda creación humana, exige una ciencia, la capacidad para conjuntar las distintas notas en una melodía, pero aquí, como en otras artes, se da la predisposición natural que lo distingue de las actividades técnicas que exigen necesariamente el adiestramiento. Si una persona no versada en música puede componer con su voz una melodía original tendríamos que concluir en que, al menos, ciertas personas llevan innatas las leyes fundamentales de la armonía.
La experiencia de la creatividad musical se corresponde con la experiencia de la libertad. Aunque parezca intrascendente esa relación, el hecho de que una persona se sienta capaz del ejercicio de componer según el dictado de su mente la pone en relación con el ejercicio de crear en libertad, o sea, de combinar según su libre criterio una serie de notas con el fin de obtener una melodía que le satisfaga y que guste a los demás.
La peculiaridad de la música por su infinita capacidad de combinación, inmaterialidad de su cuerpo, la universalidad de interpretación, la convierten en un medio especial de comunicación entre culturas, lo que no podía ser de otro modo según el fundamento mismo que la música encuentra en la naturaleza común.
Con ser quizá la más abstracta de las artes, es posiblemente la que más aporta a la psicología humana por su comprensión, variedad, coordinación y por representar el ideal de libertad de lo que no está sujeto a la materia. Lo único que falte será posiblemente mejorar su desarrollo en los estudios primarios y secundarios, de acuerdo a sus efectos y afectos para el hombre.