PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 15                                                                                                      JULIO-AGOSTO  2004
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ESTABILIDAD FAMILIAR

 
Con los nuevos tiempos algunas viejas instituciones han de renovarse o morir. La familia clásica puede perder lo mejor de sí, su servicio como célula social de educación, si no acierta a modificar su estructura en función de cómo se desarrolla la sociedad.
Algunas personas ancladas en el conservadurismo consideran perjudicial toda evolución de la institución familiar, sin darse cuenta que en no adaptarse a los nuevos hábitos es en donde el fracaso de convivencia se agudizará. Ningún elemento del sistema puede madurar ajeno al conjunto de relaciones y obligaciones que el ritmo de los nuevos tiempos impone.
Uno de los factores que más condiciona a la familia es el tiempo, ya que la nueva civilización occidental se caracteriza por la prisa. El marco surgido por la modernización de las comunicaciones, que ha agilizado la trasferencia de datos y el desplazamiento de personas, ha generado una universalidad de interrelaciones de los factores productivos que obliga a una mayor dependencia en la agilidad laboral; el factor de tiempo de respuesta se ha encumbrado de tal manera que se proyecta como un agobio más que como una prometedora ayuda. En esta estructura social es donde el tiempo de atención para construir la familia comienza a manifestarse escaso. La atención a los hijos puede verse afectada por la falta de comunicación y las relaciones maritales relajadas por la ansiedad laboral.
Planificar la familia se hace imprescindible, es especial para la protección de los distintos derechos y la optimización de la disposición para la atención de las necesidades propias de la institución doméstica. Sobre la planificación influyen elementos internos, sobre los cuales los miembros tienen capacidad de disposición, y externos, en los cuales la estructura político social es determinante. Entre los segundos, una responsabilidad que debe ocupar a la administración del estado es la de velar para que las jornadas laborales y las retribuciones salariales sean humanas, o sea, que permitan al hombre atender sus derechos y responsabilidades, entre los que destaca por su trascendencia social la atención a la familia.
De los elementos internos de organización familiar en los nuevos tiempos se impone el no relegar las aspiraciones legítimas de la mujer a la realización profesional en beneficio de las del hombre. Una correspondencia de responsabilidad en los padres debe fundamentarse en el acuerdo mutuo del equilibrio de esfuerzos para sacar a los hijos adelante. Ello supone, las más de las veces, planificar el tiempo a dedicar a las tareas del hogar ajustando la jornada laboral a tal necesidad.
El acuerdo entre la pareja sobre los hitos de la planificación es una de las necesidades sicológicas para la estabilidad familiar, de modo que no se cree un sentimiento de frustración en ninguno de los miembros que pueda generar un malestar común. Del diálogo y el acuerdo de las mutuas disposiciones se sigue el progreso de la familia. Nadie duda que ello conlleva muchas renuncias personales y multitud de dificultades, que, si no se solventan, constituyen la casuística del fracaso familiar.
El servicio que a la sociedad presta la institución familiar en su labor de crianza y educación de las nuevas generaciones es relevante y por ello conviene facilitar la compatibilidad del ejercicio profesional y la dedicación a la familia mediante un marco legislativo que proteja las necesidades reales de las personas para cumplir esa función. La flexibilidad de reducción de jornada para hombres y mujeres debe estar contemplada para la generalidad de las profesiones y la prestación de servicios complementarios que facilitan la difícil tares de ser padres.