PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 17                                                                                                      NOVIEMBRE-DICIEMBRE  2004
página 9
 
 

RESPETO AL ENTORNO

 
El límite de la naturaleza es lo que hay. Aunque el espacio extraterrestre sea inmenso, quizá ilimitado, lo cierto es que no puede concebirse como alternativa de vida social porque ningún planeta ofrece un hábitat mínimo donde integrarse. No es posible, hoy por hoy, planificar la colonización de los planetas, y ello nos debe hacer reflexionar sobre la urgente necesidad de no degenerar el entorno en que vivimos.
Cuando la humanidad se ha convertido en multitud, los problemas de entorno se multiplican porque se ocupa más espacio, se consumen más materias primas y se obliga a las personas a convivir en un espacio más apretado, lo que también es una prueba de ciudadanía sobre la capacidad de su respeto mutuo.
La migración desde la zona rural a los grandes núcleos urbanos origina entre otros problemas:
  • Incremento del gasto de energía.
  • Generación concentrada de residuos.
  • Sustitución de hábitos laborales.
  • Envejecimiento de la población.
  • Estrés.
  • Aglomeración vecinal.
  • Remodelación de la familia.
Este último adquiere una importancia proporcionada a la densidad de la población de las nuevas urbes. El hacinamiento de la población en apartamentos sugiere que el entorno directo de cada ciudadano son sus vecinos y según sean los influjos mutuos de comportamiento se podrá mejorar o empeorar el bienestar personal de los ciudadanos. Según sean las costumbres de vida de las comunidades así serán en mayor o menor grado las incomodidades derivadas del entorno. Por ejemplo; las ciudades de climas benignos son proclives a expandir la vida al aire libre y la generación de ruidos se multiplica hasta alterar le sosiego de la vida ciudadana. Entre las agresiones al  respeto del entorno se multiplican las que se derivan de la circulación y estacionamiento de automóviles. Cuando se habitan espacios concebidos con anterioridad a la civilización del uso masivo del carro esta dificultad se agrava.
En general, la necesidad del cuidado del entorno en el medio urbano se reduce a fomentar los hábitos de educación, conscientes de que la limitación espacial genera que una deficiente consciencia de la utilización de los medios repercuta en molestias para la vecindad. Respetar el entorno no se reduce a respetar el medio ambiente, sino también incluye el respeto a las personas que forman parte de ese medio. La moderación en la generación de ruido, los necesarios actos de urbanismo, la contribución a la conservación de los inmuebles, el tratamiento de los humos y olores, el control de los comportamientos de los animales de compañía, etc. son actitudes que se perfeccionan en la medida de que una persona reflexiona sobre su vida comunitaria. Adquirir hábitos propios de una vida maercada por la carencia de espacios es algo que se impone al ciudadano del siglo XXI. La necesaria expansión vital no puede disfrutarse a costa de los demás.
La educación en el respeto al entorno próximo es uno de los componentes del respeto a la naturaleza en sus determinaciones de mayor trascendencia. No hay que olvidar que el uso y las políticas medioambientales, en último término, recaen sobre los ciudadanos particulares. Quienes ni siquiera se sientan motivados hacia el respeto del entorno próximo ¿cómo habrán de asumir el respeto al entorno global?