PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 2                                                               JUNIO-JULIO 2002
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CONSTRUIR EN DEMOCRACIA


Al analizar la andadura de la democracia en su realidad histórica, no puede menos que observarse muchas luces y muchas sombras.
A todos es notorio como ayer y hoy Estados con sistemas democráticos han cometido crímenes de lesa humanidad ¿Es qué el sistema democrático no es válido? Sí, quizá sea el más válido de los practicados en política, pero no es más que un sistema. Al final la responsabilidad ética de la aplicación del sistema recae en personas, gobernantes y gobernados, que son quienes con su decisiva participación conducen la norma de actuación.
Aunque la esencia de la democracia está en que la soberanía recae en el pueblo y su legitimación la posibilidad del ejercicio de esa soberanía mediante el voto, su fundamento práctico consiste en construir el Estado en la aproximación a la justicia. El gran problema es que el progreso en política no es tan diáfano como en la técnica, y no se logra más que por la depuración de las ideas. El proceso se presenta entonces como un permanente y gran debate político, y ahí es donde la democracia alcanza su verdadera realización: en el progreso de construcción mediante el diálogo ciudadano. Quienes no son capaces de imponer sus ideas por la razón, acaban razonando su imposición.
Mientras en los sistemas dictatoriales la confrontación interna no existe por la aniquilación de la oposición, en democracia, en que el poder reside en el pueblo –en todo el pueblo- a la oposición le corresponde también participar en la creatividad de ese poder. La democracia no está en la dictadura de la mayoría, sino en la perpetua decisión de servir a todo el pueblo, lo que no es posible alcanzar sin la mayor concurrencia de diálogo entre todos los estamentos sociales.
La democracia no está en vencer sino en convencer. Las urnas son parte esencial de toda institución democrática, pero representan la fase de culminación de un proceso anterior de diálogo, de debate, de encuentros. El parlamentarismo no es la pronunciación sobre la justificación del voto, sino la maduración de las ideas que se van a refrendar; y ese proceso no puede quedar ausente de diálogo, que consiste en hablar y escuchar. Tiempo para la audiencia que nunca escatima el buen político. Proponer, escuchar, contrastar, convencer, decidir, representa el itinerario que permite a un pueblo construir en democracia. A la pasión del poder que se articula en el vencer, la democracia propone la opción de la autoridad como servicio al orden social; y la autoridad sólo se sostiene sin el recurso a la represión cuando la argumentación de su ejercicio convence a los ciudadanos.
 
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