PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 21                                                                                            JULIO - AGOSTO  2005
página 9
 

 SANCIONAR CON TORTURA

 
Las sanciones que la ONU o las grandes potencias resuelven como medio de presión a terceros países deberían seguir un marco ético para que los daños derivados de las sanciones no recaigan sobre la población, sino sobre la estructura política que se desea castigar.
En el tiempo de existencia de la ONU hemos sido testigos de pretendidos embargos económicos a países cuyo efecto real ha sido la de reducir a la población a la tortura del hambre y la pobreza. El fácil recurso al embargo comercial, que tan poco eficaz se ha mostrado en los últimos decenios, se ha de realizar bajo la garantía de que la protección de los derechos fundamentales de la persona deben ser respetados, incluso en las situaciones más candentes. Evitar la carencia de alimentos, de medicinas y de los productos elementales a la agricultura y a la conservación del medioambiente son obligaciones que deberían asumir a la conciencia del sancionador, porque sus efectos recaen directamente sobre la población, que la mayor parte de las veces son las primeras víctimas de la política que se castiga. Si a la falta de libertad que suele acontecer en los sistemas políticos sancionados se une la carencia de recursos básicos para la subsistencia, la situación en que queda la población resulta próxima a la tortura.
Constreñir el comercio hasta el bloqueo de elementos de subsistencia debería ser considerado un delito contra la humanidad y por ello tampoco lícito de aplicar en las relaciones internacionales.
Los bloqueos comerciales que las potencias pueden establecer deben dirigirse a detener la pretensión de un fortalecimiento armamentístico y una tecnología que sostenga los efectos devastadores de un poder despótico. El auténtico peligro internacional radica ahí y es a donde debe dirigirse el efecto sancionador.
Más de una vez el recurso al castigo se realiza desde la fría pasión diplomática y no se valoran los efectos que sobre  la población pueden seguirse, en especial en los casos en que el bloqueo es secundado unánimemente por la comunidad internacional. Quizá sin pretenderlo directamente se sigan situaciones de tanta angustia para la población paciente que sin miedo a la demagogia puede considerarse muy próximo a la tortura; y como casi siempre las mayores víctimas son los niños y las mujeres.