PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 23                                                                                            NOVIEMBRE - DICIEMBRE  2005
página 8
 

 HUMILDAD ACTIVA

 
Una de las perspectivas de la personalidad que han venido a despertar las ONG´s corresponde a reconsiderar cuánto trasciende el comportamiento individual para bien o para mal dentro de la sociedad. De la actitud activa o pasiva de cada uno se sigue el que la dinámica social crezca o mengue y el que valores, como la solidaridad, arraiguen o se diluyan en los comportamientos de las relaciones comunitarias.
La conciencia frente a comunicados del tipo de: "Cada treinta segundos muere un niño por hambre o inasistencia sanitaria", muchas veces se frustra porque la respuesta interior es: "¿y qué puedo yo hacer ante este problema?", seguida de un encogimiento de hombros y una queja genérica de disconformidad con el sistema. La creciente dimensión de las intercomunicaciones mundiales muestran asimismo la magnitud de las situaciones de precariedad que condenan al límite de la supervivencia a millones de personas por las enfermedades, la sequía, las guerras, la hambruna, los terremotos, los ciclones, etc. Esa espectacular manifestación de las necesidades conduce a muchos a reconocer la impotencia de su capacidad para afrontar la situación, lo que anula su potencial compromiso.
Pensar que los grandes problemas son cuestión de las grandes potencias sólo es una perspectiva de las soluciones, pero existen otras más que involucran directamente a cada uno de los ciudadanos porque la adición de muchas pequeñas voluntades constituyen un poderoso y eficaz arma de colaboración.
La humildad para reconocer la escasez de la valía personal no puede servir de excusa para la no asunción de responsabilidades. Cada gota de agua llena el océano. La humildad de los medios no escatima su eficacia cuando se ponen al servicio del bien común. Lo importante es que cada cual contemple sus posibilidades en lo que realmente son y adquiera el convencimiento de que su aportación es tan trascendental como que la generalización de su comportamiento fuera la pauta universal de acción. "Si todos hicieran como yo, arreglaríamos el mundo", o en caso contrario: "Si yo no me implico y nadie se implica, nada cambiará".
Quizá el mayor error de la personalidad sea una consecuencia de valorar sólo el poder de lo grande. Podemos oír con alguna frecuencia: "Si yo tuviera poder cambiaría... ", "si yo fuera rico entonces sí que ayudaría a que... " Ese guiño a las hipótesis del poder puede amparar la huida de la consideración real de la eficaz labor de los humildes medios, que son los comunes a la mayor parte de la ciudadanía. Es cierto que a quienes la fortuna ha escogido les incumbe un alto grado de responsabilidad, pero no es posiblemente menos cierto que éstos a su vez siempre valoran cuán escasos son sus recursos respecto a la necesidad global, y así transfieran, si no han comprometido su personalidad, la responsabilidad a quienes les superan en medios y poder.
Ninguno tenemos en nuestras menos la resolución de los graves problemas, pero todos tenemos la opción de la acción en el voluntariado, de la denuncia moral, del apoyo cívico a las políticas solidarias, de la aportación económica, de la adopción, del influjo ético en nuestros círculos de influencia y tantos medios más de cooperación cuantas son las necesidades sociales. La humildad de nuestra condición no puede enajenarnos de nuestra responsabilidad solidaria porque sólo desde el esfuerzo de transformación de la realidad social que hay se puede alcanzar una mejor.