PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 27                                                                                           JULIO - AGOSTO  2006
página 6
 

AGOBIO PUBLICITARIO

 
La consolidación de la economía industrial productiva ha generado que multitud de objetos destinados a todos los posibles usos y necesidades de la vida sean ofrecidos en el mercado. Ello ha creado la conveniencia de informar a los ciudadanos de la existencia y comercialización de esos bienes que pueden ayudarles en su trabajo, estima o bienestar, lo que ha dado origen a la publicidad como medio de información pública y generalizada de las características, conveniencias y fines de la utilización de los productos.
Es evidente que la producción industrial de bienes y productos constituye uno de los pilares de la sociedad del bienestar y ello conlleva el que la publicidad tenga una presencia importante entre los medios de información dirigidos a los ciudadanos.
Pero la dinámica del mercado ha introducido una variable que ha modificado el sentido informativo de la publicidad, y es el de la competencia comercial entre productos similares, en cuyo caso lo relevante no es informar sobre un bien existente en el mercado, sino vencer en la confrontación entre productos similares para imponerse en el mercado desplazando al competidor. En este caso la primario en la publicidad ya no es la información sobre las cualidades del producto, sino la influencia sobre el subconsciente del comprador para decantarle por una marca entre las varias que el mercado ofrece. Aquí priman ya los beneficios de venta sobre el beneficio social para el comprador de un determinado bien. La publicidad ha permutado su fin informativo por el mero propagandístico.
El derecho a informar y a estar informado de las sociedades libres incluye la publicidad de los productos del mercado, pues de otro modo mucho más difícilmente los ciudadanos podrían valerse de ellos para su servicio, pero el conflicto nace cuando al  haberse permutado, por la sociedad mercantil productivista, el fin primario de la publicidad por el de la mera propaganda si éste se identifica frente a los ciudadanos como derecho a la información o más bien perturba la naturaleza genuina del mismo.
La propaganda publicitaria se caracteriza por un escaso rigor informativo y un exceso de proyección sicológica para despertar ansiedad en las personas e imponerse en el espacio del subconsciente y la subjetividad. Para ello el método es la reiteración del mensaje y el objetivo el dominio sobre los hábitos del receptor. En todo este proceso comercial consumista se ha permutado el rol del ciudadano de sujeto perceptor de un bien a objeto generador de una rentabilidad comercial.
Todo lo anterior alcanza su culmen cuando la propaganda se hace tan intensiva que comienza a convertirse en un permanente agobio al ciudadano. Carteles en las calles, cuñas en los medios de comunicación, panfletos que llenan los buzones destinados al correo, anuncios visuales y auditivos en los medios de transporte, saturación de e-mail, carteles sobrevolando el espacio aéreo, automóviles rotulados, etc. Cualquier medio que pueda penetrar los sentidos de la persona se considera apto para la publicidad propagandística, pero ¿hasta cuánto es lícita la presión sicológica que sobre el ciudadano se ejerce?
Muy posiblemente habría que descartar como inconvenientes todos los que de alguna manera vulneran la libertad de la persona para recibirlos. Por ejemplo: Las comunicaciones sonoras en las vías públicas, andenes de metropolitano, ferrocarriles y cualquier servicio público a las que nadie puede sustraerse. Los carteles desmedidos de proporción o situación tales que en los ambientes públicos obliguen a tenerlos que retener ocularmente. La publicidad de los medios que ocultan esa naturaleza propagandística y, por tanto, se hace un fraude sobre el perceptor. Las reiteradas e indeseadas llamadas telefónicas o saturación de los espacios de correo electrónico. La obligatoriedad profesional a utilizar signos propagandísticos promocionales. La perturbación del buen clima ambiental, etc.
Conforme las técnicas propagandísticas de la publicidad avanzan, parece que la presión y el agobio a la libertad del ciudadano se multiplica, sin que éste parezca tener posibilidad de protección contra el imperio de una publicidad que tienen por objeto adueñarse de sus actos. ¿Pero cabe preguntarse si forma parte de la sociedad del bienestar el dominio liberal del mercado o más bien la sociedad, los consumidores, tienen derecho a sublevarse para regular la perturbación que se está imponiendo sobre su hábitat?