PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 39                                                                                              JULIO - AGOSTO  2008
página 8
 

METAFÍSICA SOCIAL


De las grandes distinciones que se dan entre la filosofía social y la sociología una de ellas es la posibilidad de que la primera ampare una metafísica social, mientras que ello es imposible para la segunda, ya que ésta se construye sobre las realizaciones reales en tanto que aquella profundiza hasta los más radicales principios de la sociedad que se contienen en las condiciones de verdad de las relaciones que la posibilitan aunque muchas formas de esas relaciones no se hayan generado aún en la sociedad e incluso se considere difícil que se produzcan en un futuro, si las mismas poseen contenidos de verdad interesarán y determinarán sobre las condiciones de verdad de toda la filosofía social.
Al considerar la irrealidad que puede alcanzar la metafísica social partiendo de la realidad de las esencias de la naturaleza podría quedar marcada como una ciencia utópica -de lo que podría ser pero no es- pero ello es así  porque las relaciones humanas se siguen del modo de ser del ser humano, y por virtud de la peculiaridad de este ser las puede configurar adecuándose o sorteando las exigencias naturales. Esto nos conduce a que en gran manera la metafísica de la sociedad se identifica desde la aplicación de la metafísica de la libertad.
Frente a las leyes cosmológicas que definen cómo la realidad se pliega a la verdad, a las leyes sociológicas que definen cómo la realidad interpreta la verdad, las leyes de la  metafísica social contienen cómo se distribuye la verdad en función de las variables que la razón humana puede aplicar para conformar la realidad. Esos límites entre lo posible de ser y lo que es en la esfera de las relaciones sociales entre los hombres y entre el ser humano y la naturaleza están comprendidos en la horquilla que la metafísica justifica, desde la cual es posible concebir una verdadera sociedad irreal con la que se midan las condiciones de verdad que se dan en la sociedad real.
Concebir la sociedad como el resultado de los comportamientos habidos enseña inequívocamente lo que es posible en sociedad, pero no condiciona que la sociedad hubiera de haber sido así necesariamente, por lo que cabe aún redefinir -aunque sea de manera utópica- otra forma de sociedad, que necesariamente condicionada por la existente pueda constituirse desde las relaciones de oposición que se generen al considerar la posible variedad de los contenidos de verdad que pueden informar nuevas formas de relación.
Esta dinámica de la metafísica social se enfrenta a la estática de quien considera que la sociedad no es el resultado de la libre asunción de relaciones por el ser humano, sino de la necesaria determinación de las mismas en función de la selección natural de las posibilidades habidas. Ésta que vendría a ser como una metafísica histórica, se ha manifestado como un determinismo que encorseta los márgenes de la libertad humana hasta el límite de definir con gran dificultad la realidad de la libertad.
Gran parte de la razón de utopía que se vierte sobre la filosofía social responde a la falta de consideración real de la esencia de la libertad humana y de la posibilidad de que la misma pueda construir otra realidad social distinta. Ello incluye implícitamente la renuncia a un mundo mejor.