PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 41                                                                                            NOVIEMBRE - DICIEMBRE  2008
página 7
 

MERCADO, ¿CIENCIA O TÉCNICA?


Los principios de la ciencia económica surgen de la contemplación de la limitación de los recursos naturales que exige el control del gasto que permita su regeneración para poder seguir gastando, y en la prioridad del rendimiento que reordena la naturaleza para una más eficaz producción. Como toda ciencia, observa un sistema que es externo y anterior a la razón humana: la naturaleza, de la que advierte los principios por los cuales se rige y las causas y efectos que la sostienen, ya que, estando el ser humano integrado como parte intrínseca de la misma, su misma vida depende en todo de su entorno, por lo cual le es fundamental conocer las leyes que sostienen el equilibrio de la naturaleza. Pero también la razón humana se sabe creativa, y por ello capaz de influir en la naturaleza alterando su eterna evolución para mejorar el rendimiento de su servicio. En esta observación de la eficacia de sus propia actuación y cómo se integra la misma en la naturaleza es desde donde se desarrolla la teoría económica, que debería informar la adaptación de la forma de ser de los hombres respecto a la realidad de su existencia.
La economía como ciencia también abarca el análisis de las relaciones sociales en lo que afecta a la explotación de la naturaleza, intercambio de bienes y uso conveniente de los mismos, estableciendo los principios en los que la eficacia consigue un mejor aprovechamiento de los beneficios respecto al esfuerzo invertido. Conforme la sociedad crece, la economía adquiere más trascendencia, porque las interconexiones sociales son tantas que la supervivencia de una gran mayoría queda más dependiente de su conexión a los otros que a la misma naturaleza. Esto ha hecho que la economía como ciencia se haya despegado progresivamente de su influjo natural y sea el influjo del carácter creativo del hombre el que la esté informado.
Cuando el hombre se establece en sociedad, lo hace mediante relaciones pactadas entre sus miembros, que unas imitan o siguen tendencias generales de la naturaleza y otras establecen innovadoras formas de concebir la vida social. Entre estas formas de relación para la economía, la más trascendente ha sido la de la división del trabajo, la especialización y el comercio, y para la sociedad la más lamentable la de la explotación humana por relaciones de dominio. La ciencia económica, como toda ciencia, genera la posibilidad de crear técnicas mediante las cuales se aplica a la realidad sus principios y axiomas, siendo algunos de estos: el mercado, la moneda, la contabilidad... Todas estas técnicas tienen su fundamento teórico en la ciencia económica, pero sus propias reglas provienen de su convenio en las relaciones sociales, por las que se fijan normas para el mercado, poder de cuño de moneda, sistemas contables, etc. Estas técnicas son las que realmente repercuten en la sociedad y muchas veces son impuestas por una parte de la sociedad que domina desde el poder político, la oligarquía económica o la mayoría democrática. En cuánto sirven a la sociedad es lo que la ciencia económica analiza sobre su realización, por descubrir si las técnicas se adecuan a la teoría, o si es ésta la que, informadora a las técnicas, deber ser revisada.
Si las ciencias económicas se consideran entre las ciencias sociales es porque tanto su ámbito como sus leyes tienen referencias sociales. El ámbito porque distingue la economía de a la economía particular, ya que  aquella se genera desde el trabajo colectivo para el bienestar común. No obstante, al considerar esta naturaleza social algunos establecen todo fin como particular, juzgando que la satisfacción es siempre personal, y por ello el bienestar individual es el fin real de toda la economía. Eso se contempla especialmente en las técnicas de aplicación, que como se establecen por acuerdo de relación cada parte parece interesada en priorizar su propio bienestar, y luego: ¡qué cuántos otros muchos más se beneficien, mejor! Así las técnicas económicas se aplican a un mayor o menor espacio, pero siempre en función de un interés que interpreta la aplicación de la ciencia de modo particular.
Una de esas aplicaciones del comercio como ley económica derivada de la especialización del trabajo y la diversificación geográfica de las materias primas y bienes de producción se rige por el mercado, que constituye la técnica de evaluación del valor de intercambio de los servicios y las mercancías. Esa técnica, que para muchos supone una de las leyes esenciales de la economía, no puede entenderse fuera del marco social que la genera, y esencialmente como medio económico y no como un fin.
El comercio constituye una de las esencias de las relaciones de convivencia, que se opone a la violencia con que el que tiene poder se cree capaz de tomar los bienes ajenos. Considerando el mercado como la aplicación práctica del comercio, habría que ver si los objetivos sociales que inducen la economía se realizan en esta práctica, o si, por el contrario, dictan sus normas los intereses particulares que se imponen como  relaciones de dominio. En la medida que esto fuera así, el mercado se alejaría de la ciencia y se aproximaría a ser una técnica de explotación.
Si la ciencia económica atiende a las necesidades de cada productor y no sólo al valor de cambio de mercado, es cuando la técnica ha de introducir mecanismos de regulación para que el mercado sea humano, atendiendo a su auténtico fin social y no reconociéndose a sí mismo como fin que controle las relaciones sociales. Un ejemplo es cómo en los sistemas económicos avanzados se corrige el libre mercado de la manod e obra estableciendo jornales mínimos, horarios de trabajo reglamentados, derecho al descanso, protección de la seguridad en el trabajo, etc. y ello no sólo porque la fuerza sindical lo reivindique, sino que el Estado, como regulador social de los derechos humanos, lo impone.