PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 43                                                                                            MARZO  - ABRIL  2009
página 4
 

LA MÚSICA DE LOS 60


Hay algunas épocas en la historia que han adquirido nombre propio, como la división por edades, o los momentos correspondientes a hechos trascendentales. Los contemporáneos nos referimos también con nombre propio a Los Sesenta como un decenio en el que ocurrieron cosas importantes, tanto que, para algunos, marca la inflexión a la era postmoderna.
Que el decenio que va de 1960 a 1970 es importante para la historia reciente se entiende con sólo enumerar algunos de los acontecimientos que acontecieron, cuya influencia social, tanto positiva como negativa, hoy se puede constatar. Se pueden enumerar:
  • La independencia de la gran parte de los Estados africanos.
  • La consolidación del Mercado Común Europeo.
  • El movimiento contracultural hippy.
  • La primera crisis del petróleo.
  • La reivindicación antirracista dirigida por Martin Luther King.
  • El Mayo Francés.
  • El Concilio renovador de la Iglesia Católica.
  • La carrera espacial y la llegada a la luna.
  • El socialismo revolucionario del Che.
  • La concepción del solidarismo internacional.
Esa especie de convulsión que en cada espacio y materia marca cada uno de esos acontecimientos es muy posible que no sean más que concreciones de un impulso vital transformador de toda la sociedad, cuyo efecto adopta formas distintas, e incluso aparentemente contrarias, de unas a otras partes del mundo, pero que muy posiblemente respondan a un substrato único de transformación de la conciencia humana. Considerar cuánto de ese anhelo de renovación social se sigue de un mero itinerario de evolución social y cuánto responde a una revolución de la personalidad humana es una tarea que aún sigue viva, pues gran parte de la crítica realizada se ha formulado desde posicionamientos ideológicos, los que lo que justifican desde unas perspectivas se contradicen íntegramente cuando se aplican a otros acontecimientos realmente ocurridos. Así, o se admiten causas sociales distintas e independientes, cada una desvinculada del entorno, o se puede arriesgar a indagar en las estructuras profundas del ser humano para averiguar qué es lo que se suscitó en las conciencias que comunicó un cambio sustancial para la sociedad.
Una referencia se puede encontrar en la música que con monbre propio se valora aún hoy en día, y que indudablemente desde los años 60 del siglo pasasdo ha cambiado radicalmente en su aceptación popular. Esa época dorada de la música contemporánea, con figuras como The Beatles, The Rolling, The Animals, Elvis Presley, Clif Richard, etc. presenta una característica común que va a marcar toda la música popular de las generaciones siguientes, que consiste en la preeminencia del ritmo sobre la melodía. Esto, que puede parecer que responde a una simple sensación, va a instaurarse como un fenómeno cultural universal, lo que supone que es algo que, de algún modo, se identifica con la personalidad de las nuevas generaciones. Como el ritmo es una parte esencial de la música y siempre estuvo allí, lo que supone una innovación no es hacer una música nueva, sino una música que se enfrenta a las categorías musicales impuestas en la cultura.
Realizando una transposición mental de la música de los 60 a los demás acontecimientos sociales acaecidos en ese decenio, se podría aceptar que en todos coexiste una idea de superación de la tradición dominante mediante una contestación tan radical como puede ser privilegiar el ritmo sobre la melodía. Toma algo esencial de lo suyo para transformarse en un ideal de vida distinto. De algún modo, toda la revolución de los 60 representa una enorme contestación generacional a la forma de vida tradicional dominante. Esa respuesta se sigue de un anhelo de independencia que se consagra como el igual derecho de todas las personas a gozar de igualdad de oportunidades para construir el espacio social en el que habitar. Esta ideología social, que podría identificarse con la esencia de la democracia, se presenta en los años 60 de modo radical, como para denunciar  la concepción democrática construida por las generaciones adultas que primaba sostener los roles de poder sociales concebidos sobre los privilegios tradicionales de raza y familia.
La nueva música que la generación surgida tras la guerra mundial quiere poner a la política social es la de la independencia de la persona en su propia responsabilidad de construir una sociedad a su medida, en la que todos puedan participar en igualdad de condiciones sin la tutela tradicional en las clases establecidas. En ello coinciden actitudes tan opuestas como la corriente pacifista hippy, que representa el rechazo frontal al sistema vigente por represor, la actitud violenta del Mayo Francés, que se enfrenta a la estabilidad social paternalista, o la lucha de la firme reivindicación por la igualdad de derechos de los afroamericanos en USA.
Esa mezcla de ilusión y desencanto que informa a la actitud generacional de los 60 se forma desde la percepción de que las decisiones de unos pocos supuso la guerra y destrucción para muchos durante la primera mitad del siglo XX, por ello la regeneración no podría venir de sustituir a unas por otras personas sino por alterar los cimientos de la sociedad mediante una mayor participación de todas las personas, con independencia de sus raíces sociales. Esta ilusión de independencia se refleja en la identidad de tantos nuevos Estados en África y Asia, y el finiquito  moral de la política colonialista. Junto a esa ilusión el desencanto de los 60 vibrará, como su música, por la percepción de que aun ganando la libertad de igualdad de oportunidades sociales, un nuevo poder se estaba fraguando con más determinación sobre la sociedad que la autoridad política: el económico, cuya actividad se configuraba ya como el auténtico regulador del futuro social.