PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 43                                                                                            MARZO  - ABRIL  2009
página 10
 

RECALENTAMIENTO GLOBAL


Un aspecto interesante de los estudios sobre el calentamiento del planeta debido a la excesiva emisión de CO2 sería evaluar la importante implicación de los incendios de bosques, porque esta catástrofe natural presenta un triple influjo:
  1. El CO2 aportado directamente como consecuencia del fuego de masas vegetales.
  2. La disminución de absorción de CO2 en la superficie terrestre por la pérdida de masa vegetal.
  3. Porque al incidir los dos anteriores sobre las condiciones climáticas, su modificación parece que favorecen las condiciones para que se propicien más incendios.
Luchar contra el calentamiento global del planeta desde el control de emisiones desfavorables supone implicarse en muchas tareas simultáneas, pero se perdería la perspectiva de la eficacia real si se dejara de prestar atención a aquellas situaciones que, por ser consideradas accidentales, se desestimen como objetos de prevención estructurada.
Los incendios forestales incontrolables, que asolan decenas de miles de hectáreas en todo el mundo cada año, representan una desgracia ecológica que, por la magnitud de su influjo, requiere una atención internacional dirigida a paliar su magnitud. Aunque la causa inicial se pueda considerar accidental, la carga de fuego del bosque y el control de los medios que se conocen para controlar la difusión deberías estar protocolizados y dotados suficientemente de recursos para controlar la intensidad reiterada de la tragedia.
Considerar penalmente a los actos de los pirómanos como crímenes contra la humanidad no violentaría el derecho en cuanto más se pueda argumentar científicamente cómo el fuego incide desfavorablemente sobre la conservación del planeta. En algunos países la cultura jurídica es laxa con esta clase de delitos y hace que la conciencia global del daño de los pirómanos no crezca adecuadamente. No hay que olvidar que una parte importante de los incendios de bosques son intencionadamente provocados por la mano del hombre; unos por negligencia, otros por locura y no menos por intereses económicos particulares que lesionan gravemente los de la sociedad entera.
Dado que parece que es inevitable que accidental o voluntariamente se provoquen incendios, la ciencia y la técnica deben aunar esfuerzos para su prevención y extinción. Sobre la prevención pasiva recaería la responsabilidad de crear condiciones eficaces para que el estado de los bosques no favoreciera la rápida ignición y su posterior propagación, algo difícil de evitar al menos se atenúa cuando el bajo bosque no actúa como elemento propagador. La necesidad de adecuar cortafuegos que sectoricen la posible difusión de un incendio debe cosiderarse como un medio necesario que al menos facilitaría reducir la superficie quemada. Pero los cortafuegos no deben ser concebidos como simbólicos, sino científicamente calculados para que desde ellos se pueda acometer el control de un incendio antes que adquiera una intensidad y un frente imposible de contener. Considerar los espacios cortafuegos como suelo improductivo es un error, así como verlos como agresiones estéticas a la naturaleza. Lo que se necesita es imaginación y creatividad para que esos espacios se configuren adecuadamente.
Cada vez que un incendio forestal arrasa superficie vegetal consolidada pone en peligro la vida de muchas personas, y no sólo las que puedan perecer directamente afectadas por los efectos letales del fuego, o en las nobles tareas de extinción, sino también influye, proporcionalmente a su magnitud, sobre el resto de la humanidad, ya que su influjo sobre el medio ambiente determinará para peor las condiciones de vida.