PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 47                                                                                           NOVIEMBRE  - DICIEMBRE  2009
página 7
 

HUMANISMO

 
Se puede considerar que existen tres influjos de pensamiento en la sociedad contemporánea -con mayor o menor presencia en cada cultura- que de forma diversa inducen a entender el sentido de la vida y la naturaleza del hombre. Son:
  • La trascendencia: Ideal de la Edad Media.
  • El humanismo: Ideal del Renacimiento.
  • El materialismo: Praxis del existencialismo.
Estas tres escuelas de pensamiento conviven en la sociedad y, en más o menos medida, se oponen en la determinación ideológica por la que cada hombre se inclina. La trascendencia se opone a las otras dos en que la primera contempla la directriz espiritual de un más allá, causa moral de la existencia, al que debe subordinarse el conocimiento de la realidad. El humanismo, en contra, estudia en el valor del modo de ser propio del ser humano la regla propia de su comportamiento. El materialismo ni contempla ni estudia, sino que establece la norma por la determinación práctica de los influjos que los distintos seres se transmiten.
La identificación del humanismo con el hecho cultural está probablemente en la causa de la menor relevancia que esta escuela de pensamiento tiene en el día de hoy, a pesar de que su esencia identifica muchos de los ideales estimados de la persona contemporánea, aunque se ignora su raíz humanista. Parece pues de interés traer al foro social alguna consideración que facilite la identificación del humanismo, al menos, cómo se entiende en el siglo XXI.
La esencia del humanismo radica en el valor que se reconoce en el ser humano, no como causa de sí mismo sino como realidad cognoscente y cognoscible. La conciencia del propio ser, según el modo propio de ser, se constituye en el objeto intelectual del conocimiento, haciendo de la propia realidad un permanente proceso de comprensión. Ese no saberse, sino estudiarse, constituye para los trascendentalistas la esencia crítica del humanismo, identificándolo muchas veces como una forma personalista del materialismo. Para los materialistas, en cambio, el humanismo representaría la entelequia de una realidad sumida en su propia duda. Contra ellos el humanismo responde con la consideración de la puesta en valor del ser humano por lo que es, aunque perciba la dificultad para ser definido. En esa indefinición se encuentra la coherencia humanista de considerar al ser humano por lo que vale o valga, y no para lo que pueda ser definido de válido.
Frente a la crítica negativa de quienes deducen de la contemplación del valor humano un procedimiento egocéntrico que le aísla de la verdadera razón de su existencia, habría que aducir cómo esos valores que se advierten y se buscan manifestar de la operatividad de la persona es lo que la capacita para enjuiciarse en su realidad existencial y en su determinación social. Por ejemplo, se puede enunciar respecto a algunos valores operativos de la persona humana determinadas tendencias críticas sobre las que la conciencia individual puede reafirmarse o rectificar.
  1. El valor de lo que puede tener: que determina el grado de egoísmo con que se vive la relación entre el yo y las pertenencias materiales.
  2. El valor de lo que puede ser: que determina el grado de hedonismo con que se vive la relación refleja del propio ser en el contexto existencial.
  3. El valor de lo que puede valer: que determina el grado de soberbia con que se vive la relación respecto a la sociedad que se comparte.
  4. El valor de lo que se puede dar: que determina la dimensión de la caridad con que se vive en relación con los demás.
  5. El valor de lo que puede compartir: que determina la asunción de solidaridad con que se viven las relaciones de integración en la comunidad.
  6. El valor de lo que puede hacer: que determina el grado de laboriosidad con que se viven las relaciones de desarrollo de la personalidad.
Esa conciencia de conocerse el ser humano en sus valores reales es lo que caracteriza al humanismo contemporáneo. La experiencia personal y la evaluación social de las repercusiones éticas de los distintos comportamientos es lo que marca en positivo o negativo las actitudes personales, configurando modelos para la orientación cultural.