PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 49                                                                                           MARZO - ABRIL  2010
página 10

PERTURBACIONES EN LA ECONOMÍA

 
La economía se puede definir también como la ciencia que estudia la eficaz gestión de la riqueza -entendiendo por riqueza el conjunto de bienes a servicio de la humanidad-. Según se aplique a un ámbito mayor o menor se hablará de economía nacional, de economía familiar, etc. Aunque el término de economía como ciencia se aplica por antonomasia a la economía universal, o sea, a las leyes que conllevan que la administración de la riqueza global produzca una sostenibilidad de la misma.
El origen de la riqueza está en la naturaleza, que provee las necesidades vitales del ser humano, y en el trabajo, por el que éste hace suyos los elementos naturales transformándolos en bienes para su satisfacción. El término riqueza se aplica generalmente al conjunto de los bienes trabajados por el hombre para su servicio, y no se incluye aquellos que el cuerpo humano utiliza de modo espontáneo tomándolos directamente de la naturaleza; por ejemplo, el aire con el que respira, aunque sea el principal elemento de su subsistencia.
Como la racionalidad del ser humano tiende a la superación, la economía será positiva cuando su correcta gestión genere que a igualdad de trabajo se obtengan más bienes, lo que se ha venido a llamar desarrollo. Pero la experiencia demuestra que el desarrollo no es un proceso necesariamente encadenado, sino que sufre perturbaciones por la que la economía entra en crisis y produce altibajos en el beneficio que se deriva del trabajo global de la humanidad.
De igual modo que la economía global contempla una desigual distribución de la riqueza, las crisis no afectan por igual a todos los pueblos y personas, aunque se denomina así la situación en que aún siendo beneficiosa para algunos se presenta dificultosa para la mayoría. Muy posiblemente, por la desigual distribución de la riqueza sobre el esfuerzo empeñado por cada ser humano, se podría concluir que la sociedad vive en permanente crisis, pero en términos puramente económicos, no sociales, la economía pura se fija en el desarrollo absoluto que se genera por el conjunto del trabajo.
Las causas que originan las crisis pueden ser naturales o estructurales. Entre las naturales pueden estar las pandemias, los desastres naturales, el envejecimiento de la población, la demografía, etc. Entre las estructurales se consideran aquellas que se siguen de los sistemas que se aplican para la gestión de la economía. Aunque las causas de las perturbaciones son numerosas, se pueden citar cuatro como fundamentales:
  1. La especulación.
  2. La baja productividad.
  3. El mercadeo injusto.
  4. La fiscalidad opaca.
Todas ellas tienen en común el que perturban la corresponsabilidad en la capacidad productiva del trabajo que genera la riqueza mundial. Analicemos someramente cada una de ellas desde las condiciones de verdad con que las puede enjuiciar la filosofía social.

1. La especulación proviene de la incidencia en la economía de un elemento perturbador que genera beneficios particulares sin obtenerlos de ningún trabajo, alterando la relación de proporcionalidad del valor de los bienes al trabajo que cuesta ponerlos en servicio. Su nombre alude al espejismo que crea de desarrollo, por el aumento ficticio del valor de las cosas, desajustando su acuerdo al trabajo real, de modo que un simple cálculo reflejaría cómo la riqueza de todo el trabajo producido valdría más que el conjunto del trabajo, o lo que es lo mismo: la depreciación de la lógica relación de los bienes al trabajo. Cuando se introduce esta perturbación en la economía, es como una ola que alterara la superficie del agua, que se transmite de modo que perturba la calma hasta que su energía con el tiempo se desvanece.

2. La baja productividad es la perturbación que procede de que la unidad de trabajo personal sea inadecuada a la capacidad de cada productor. El desajuste puede proceder por una deficiente formación del productor, por la carencia de los adecuados medios de trabajo o por la apatía y la irresponsabilidad personal. Siempre refleja el cociente entre el producto del trabajo y la  posibilidad personal. La productividad incrementa con el desarrollo, pero de modo que proporcionalmente a la capacidad que éste presta no siempre se sigue el incremento de producción esperado. En la medida que la economía es social, o sea, que existe repercusión del trabajo y producción entre unas y otras personas, la productividad de cada uno influye sobre los demás, y cuando se reduce el esfuerzo laboral la economía global se resiente. Por eso la buena disposición de medios para mejorar el rendimiento productivo del trabajo y la laboriosidad de las personas favorecen la superación de las crisis. Al contrario, la carencia de estímulo laboral constituye una de las perturbaciones que pueden incidir ya no en una crisis, sino en un marco permanente de economía endémica.

3. Se entiende por mercado el espacio de intercambio de los bienes producidos por cada agente en función de la estrategia por la que cada productor se dedica a un trabajo especializado. Un mercadeo justo sería aquel que intercambiara los bienes en relación a la equidad del trabajo que cuesta obtenerlos. Pero el mercado tiende, ante la dificultad de valoración objetiva del trabajo, a permutar los productos por el valor que se les asigna en función del beneficio que satisfacen. En la medida que esta tendencia se distancia de aquella, se puede considerar que se genera una perturbación en la economía al no ajustar la riqueza al trabajo. Este desajuste se puede originar porque no en todas las culturas se valora igual el trabajo y por que exista una mayor o menor aplicación de conciencia social. Esa compleja circunstancia hace que los intercambios del mercado se dirijan a comprar donde exista una menor valoración de la producción y se vendan esos productos donde se estima más cada bien. El diferencial de valor que marca el beneficio de cada transacción hace que la riqueza se distribuya en el mundo de forma muy desigual, y ello entorpece la aplicación homogénea de recursos que mejorarían el desarrollo universal.

4. La fiscalidad corresponde a la porción de beneficio del trabajo que se administra conjuntamente en la sociedad para sostener las infraestructuras comunes que facilitan educación, sanidad, seguridad y comercio a los ciudadanos. Según que cada sociedad se dote de mayores o menores infraestructuras, la fiscalidad demandará un porcentaje mayor o menor de la riqueza del trabajo. La perturbación para la economía proviene de que haya quien no aporte su cuota correspondiente, ya que se genera un desajuste en que esas cuotas no satisfechas repercuten sobre los restantes productores haciendo que el beneficio neto por su trabajo sea por debajo del que correspondería, o que el conjunto de infraestructuras fueran menores, con lo que se relentizaría el proporcional desarrollo ligado al conjunto del trabajo. Una saludable economía se puede derivar de una gestión eficaz de la riqueza adjudicando una mayor o menor responsabilidad colectiva o individual, pero, una vez consensuado socialmente esos parámetros, la detracción unilateral de los recursos pactados distorsiona la salud de la economía, pues la actividad opaca, aun cuando genera producción y renta, desestabiliza la correcta gestión que beneficia el desarrollo armónico. Siempre habrá quien predique la autarquía económica personal, pero ello llevado a su última consecuencia se opone a la constitución natural de la sociedad en orden al progreso por la especialización en la producción.