PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 53                                                                                          NOVIEMBRE - DICIEMBRE  2010
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COMPAÑÍA, EMPRESA, NEGOCIO

 
El itinerario nominal de la agrupación de capitales y medios de producción para acometer colectivamente el reto de la industrialización ha ido cambiando según los tiempos y la mentalidad de los fines con los que se contempla esa tarea. En el siglo XIX se utilizó el término Compañía Mercantil, en contraposición al patronazgo individual o familiar de la anterior burguesía. Evolucionó ese término  en el siglo XX hacia el de Empresa, al menos en el lenguaje corriente, cuya marca semántica acentuó la conjunción de esfuerzos para alcanzar un fin. En el siglo XXI se está imponiendo el de Negocio, señalando sin disimulos que el único y último fin de la actividad mercantil es generar beneficios pecuniarios.
Esta evolución en la nominación no debería pasar inadvertida para la sociología, ni para la filosofía social. Para la primera, le indicará la mentalidad social que rige las relaciones productivas y comerciales, que determinan inequívocamente las políticas y marcan las tendencias educativas para las nuevas generaciones. Corresponde a los sociólogos analizar y determinar las proyecciones sociales que pueden sobrevenir al afianzamiento de esa mentalidad. A la filosofía social le ha de importar cómo se e interpretan en cada tendencia de relaciones laborales los derechos y deberes de las personas.
Como la división y especialización del trabajo, por un lado, y la asociación, por otro, constituyen dos principios básicos para el desarrollo colectivo, la idea de la agrupación de esfuerzos ha de ser reconocida como positiva para la sociedad, sin que se pueda establecer otros límites a la misma que el sistema se construya en el ánimo de la confrontación de grupos, o que la estructura de cada grupo propicie el dominio de unas personas sobre otras.
La idea de empresa conlleva en su campo semántico las marcas de dificultad, decisión, riesgo, esfuerzo... y por ellas la necesidad de asociarse para vencer colectivamente los escollos al proyecto. La empresa es ante todo una  tarea que alinea capitales y trabajo para una producción con la que lograr el desarrollo económico de la sociedad. Por eso, en sí, la noción más pura de empresa se distancia de las compañías mercantiles y del puro negocio, admitiendo estructuras varias, como la empresa estatal o la empresa cooperativa, en las que el fin principal no está en la rentabilidad económica, sino en el bien social aplicado sobre los ciudadanos  o los cooperativistas. Una empresa realiza mejor su fin en cuanto en su estructura convergen los derechos y deberes de todos los partícipes, sin que una parte, como puede ser el capital, la dirección o los empleados, se considere más relevante que las demás, ya que la aportación común es la que sostiene un sistema que se fundamenta en el grupo. Ello exige una mentalidad de cooperación que no es habitualmente comprendida, por la subjetiva impresión de que cada parte aporta más de lo que recibe de los beneficios empresariales. Impresión que sólo puede ser vencida mediante la transparencia institucional que refleje la correspondencia entre el trabajo y el beneficio. Buscar esa correspondencia es lo que distingue a una empresa de un mero negocio, o de una compañía de patronos para explotar en común una propiedad.
Lo cierto es que en la vida de las empresas lo común es que todos sus partícipes ganen, o que todos pierdan, pues ni el capital produce nada sin los trabajadores, no éstos sin la aportación económica que permita disponer de los equipamientos y maquinaria que hacen posible la producción. Y todos, capital y trabajadores se lucran de la correcta organización que aporta la gerencia de la entidad. Considerarse mutuamente, y por ello facilitar el diálogo y la comprensión es una tarea que deben realizar sindicatos y directivos, admitiendo que la flexibilización de actitudes debe ser lo común en sacar adelante una tarea de todos, que, como su monbre indica, acometerá retos enormes y habrá de superar pruebas que supongan, en su límite, la viabilidad de la misma.