PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 56                                                                                          MAYO - JUNIO  2011
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FORMAS DE DEMOCRACIA

 
Democracia significa "gobierno del pueblo", o sean el orden constitucional de un Estado que avala el autogobierno de los propios ciudadanos. Como sistema, su esencia consiste en la participación posible y directa de los ciudadanos en la política de la comunidad, lo que se estructura en la práctica mediante la representación, de modo que, aunque la soberanía radica indefectiblemente en cada uno de los ciudadanos y en todos en común, la forma de gobierno se gestiona por delegación.
Dejando a salvo la esencia del sistema, que conlleva deber y derecho, la estructura puede resvestir muy distintas formas, de acuerdo a la época, a la cultura, a las tradiciones... Lo importante para que una democracia lo sea es que esa estructura sea consecuencia del consenso político de los ciudadanos, y que se adapte o enmiende de acuerdo a la voluntad de los mismos. Así se habla de repúblicas presidencialistas, monarquías parlamentarias o democracias populares, pero todas y cada una se ajustarán al sistema democrático si preservan la libertad y la participación ciudadana.
Como casi todas las estructuras ciudadanas, la democracia se perfecciona con el propio ejercicio del autogobierno, por el cual los ciudadanos aprenden a asumir las responsabilidades inherentes a su libertad. Ese proceso de perfeccionamiento tiene una proyección sincrónica y otra diacrónica: La sincrónica es consecuencia de que cada ciudadano debe formarse políticamente en sus responsabilidades durante su proceso educacional y de experimentación ciudadana. La diacrónica, en que cada comunidad debe interpretar su historia y los signos de los tiempos para perfeccionar el funcionamiento de su democracia.
Habiendo sido la historia del poder humano una interpretación más o menos violenta y atrevida del dominio de unos sobre otros, la democracia surge como forma política de reconciliación de la sociedad con los derechos individuales, sin discriminación alguna, por lo que la oposición es tan patente que no puede extrañar que el perfeccionamiento de las estructuras democráticas mantenga en el siglo XXI plena vigencia, ya que el paso de la teoría a la práctica efectiva apenas puede decirse que se haya llevado a cabo en algunos pocos países y hace unas pocas decenas de años. Lo que para muchos, incluso, no ha variado la actitud de dominio en la establecida como poder democrático.
Si el sistema democrático se ha de establecer como ejemplar del respeto universal del derecho a la libertad, ello comprende el que cada cultura encuentre las estructuras más concordes con su idiosincracia para alcanzar y desarrollar la democracia, sin que se le puedan imponer desde comunidades externas formas apropiadas a otras culturas. La democracia nace del pueblo y debe ser cada pueblo quien la desarrolle desde sus propias competencias de responsabilidad. La exigencia común es que desaparezcan las condiciones fácticas de dominio que condicionan el ejercicio del legítimo derecho individual.
El velar internacional por favorecer la democratización de los Estados gobernados por poderes autoritarios o vinculados a castas tradicionales no puede consistir en imponer las mismas estructuras que se consideran prácticas en otras partes del mundo, sino ofrecerlas como posibles ejemplos a interpretar de acuerdo a la voluntad mayoritaria del pueblo. Es lo que realiza el espacio libre de las comunicaciones, que transmite ideas, formas políticas, costumbres, modelos de comercio, etc. que pueden incidir en que, comparando con su propia estructura política, muchos países se levanten reivindicando el ejercicio de su libertad y de sus derechos. Pero lo normal es que la propia forma de cada democracia sea un proceso de evolución desde sus tradiciones regulado por la experiencia personal de progreso. No se debe olvidar que en muchas comunidades la evolución hacia la democracia se superpone con el conflicto generacional, que puede crear una doble oposición entre tradiciones y modernidad.
La acertada manera de aproximarse a la democracia está en poner en valor algunos de sus principios esenciales, como los de libertad y universalidad, que se recogen en axiomas como: Un hombre un voto, igualdad de oportunidades en el acceso al gobierno o predominio del estado de derecho. Pero no es menos importante resaltar el rol que en la democracia juegan el diálogo, el saber escuchar y la lógica de la alternancia en el poder.