5607.html PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 56                                                                                          MAYO - JUNIO  2011
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INTUICIÓN, CONOCIMIENTO Y VOLUNTAD

 
¿Es voluntario el conocimiento o saber de cada persona? Esta cuestión presenta muchos interrogantes, variadas respuestas y connotaciones importantes de responsabilidad. Conocer es una actividad mental que se sigue espontáneamente de la percepción de los sentidos. Considerada así, la actividad de conocer no puede ser calificada como voluntaria, sino refleja, igual que lo es la respiración o parpadear. Nadie se puede oponer a conocer, pues el mero acto de esa oposición requeriría el conocimiento de por qué se rechazaría conocer. Siendo así una consecuencia refleja de la comunicación con el mundo exterior, se conocerá más o menos en función de la calidad de esa comunicación, tanto por la capacidad de los sentidos que permiten la relación de la mente con el entorno, como de la amplitud de ese entorno capaz de enviar nueva información.
Observando que unas personas y otras de un mismo entorno social alcanzan muy distinto grado de conocimiento sobre el mundo, se podría afirmar que la graduación del conocimiento también tiene un parámetro relacionado con la cooperación operativa de cada persona en conocer. La voluntad mueve la disposición individual a conocer más allá de lo que de modo reflejo se adquiere día a día, según una dimensión a la que generalmente se llama aprender, que sería como un conocer más, cuya intensificación depende en el interés de cada voluntad para saber más.
Querer conocer no atañe sólo a ampliar el mundo geográfico con el que se pueda entrar en relación, sino a la inquietud por descubrir los pormenores que se dan en el espacio al que se tiene acceso. Por ejemplo: De dos campesinos vecinos, uno puede sustraerse de investigar el entorno natural y el otro estar motivado por las causas y los efectos de todos los elementos que inciden sobre el terreno, las plantas, los animales y los fenómenos meteorológicos; de dos trabajadores de una misma biblioteca, uno puede sentirse motivado a leer muchos libros y el otro no sentir ninguna atracción.
Como el querer saber va a potenciar la capacidad de conocimiento de cada persona tanto o más que las condiciones de sus sentidos o el entorno, ello representa una responsabilidad de la conciencia en la realización personal del ámbito intelectual, y de la capacitación para asumir tareas y servicios en el marco social.
Sobre el conjunto de todas las percepciones con las que se forman las ideas, el ser humano puede reflexionar y aplicar las intuiciones creativas por las que configura sus conocimientos para que sirvan a un fin determinado que la persona se antoja conseguir. Lograr hacer efectiva la creatividad de la intuición o fantasía exige ordenar el conocimiento y motivar a la voluntad a no desfallecer hasta conseguir el fin perseguido. La confianza que en ello se puede poner está relacionada con la experiencia intelectual de los progresos en la ciencia y la técnica que permiten augurar el éxito buscado. La reflexión personal informa que la intuición creativa coloca en la perspectiva del logro intelectual, aunque también enseña cómo el saber o la ciencia heredada y aprendida es la que facilita los instrumentos intelectivos para el progreso en la efectividad de la creatividad.
Intuición, conocimiento y voluntad constituyen tres potencias abstractas del ser humano que se refuerzan mutuamente para el dominio del saber. Cada una de ellas opera con independencia, pero se apoya en las otras para alcanzar la trascendencia operativa de la inquietud intelectual.