PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 6                                                                                                   ENERO - FEBRERO 2003
página 4


PERVIVENCIA DEL FASCISMO






Cuando se habla de fascismo se suele referir a las formaciones políticas que ejercieron su influjo en las décadas centrales del siglo XX. Desde el aspecto sociológico la actuación y poder de esas formaciones es lo más relevante del fascismo, pero el análisis filosófico del mismo se adentra en su naturaleza social, sus características, su raíz, las formas afines de supervivencia.

Una de las características esenciales del fascismo es la de constituir una estructura de poder. En la medida que la sociedad se articula como un sistema de dependencias verticales, requiere la integración ejecutiva de los elementos inferiores a los superiores, la sumisión de los actos para la coherencia común. Estructurar las dependencias entre los miembros o elementos de poder supone la asignación de un rol social a cada unos de los elementos en función de un programa previamente establecido. La dependencia operativa supone de hecho una estructura de dominio, más o menos evidenciada, que responde a una concepción de sociedad autoritaria, una jerarquía de poder.
El fundamento del aval que la sociedad ha prestado a la estructura de poder del fascismo se encuentra en la verdad que conlleva su ideario. El planteamiento fascista arguye la necesidad del ejercicio del poder porque conoce la verdad, y toda su estructura se organiza para el desarrollo de la comunidad en el ideario socio redentor de esa verdad. La lucha en el proceso para consolidar el poder representa el anhelo por conformar la sociedad a los principios fundamentales que se proponen como verdad esencial de la sociedad.
La formalización de un ideario fascista casi siempre es resultado de la conveniencia de una aristocracia intelectual o económica que interpreta en clave de única solución la unificación de pensamiento en torno a su propuesta; generalizando los intereses sociales en función del interés de clase que se posee, el grupo asume la dirección y estructura política del país, estableciéndose como artífice y garante del nuevo poder establecido.
Una vez establecido el ideario y controlado el poder, el proceso se centra en identificar a los ciudadanos con el ideario, para ello el requisito básico es la ideologización de la educación, la represión de la información y la reinterpretación de le cultura. Inevitablemente la percepción de libertad se pierde para el pueblo, salvo para quienes identifican su persona con el movimiento social auspiciado.
Considerar el fascismo como un movimiento social históricamente superado puede suponer el peligro de no advertir como algunos de sus fundamentos se desarrollan y enraízan en las más variadas condiciones sociales, mimetizándose con apariencias más o menos democráticas o progresistas.
El ejercicio de poder que tras una verdad mueva un grupo social puede encontrar su justificación en una ideología política, un grupo económico, un sectarismo religioso, una aristocracia social, etc. Construir desde ahí su influjo hasta consolidar un poder es una posibilidad mucho más factible y próxima de lo que piensan quienes sociológicamente consideran el fascismo cosa pasada.
Si analizamos en el mundo determinadas estructuras de poder podremos constatar como los elementos esenciales del fascismo están mucho más presentes de lo que superficialmente se aprecia.