PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 6                                                                                                   ENERO - FEBRERO 2003
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FAMILIA Y ENTORNO






Familia y tribu, según las culturas, conforman el entorno próximo de educación de niños y jóvenes. Por la vinculación vivencial, vida en común, la educación se trasmite junto a la acción voluntaria de enseñar los más elementales hábitos de forma espontánea; se aprende lo que captan los sentidos, sobre lo que se forman las ideas ejemplares a imitar.

Una segunda influencia en la educación proviene de la transmisión del legado cultural de la comunidad, que se realiza mediante una estructura educativa. Parvularios, colegios, universidades, son medios que influirán en la educación de niños y jóvenes de dos maneras:
1ª Mediante el enriquecimiento del saber.
2ª Por el influjo ambiental sobre los comportamientos.
Aún, en muchas sociedades, existe un tercer factor que deja su impronta en la educación: el influjo de medios de recreo y comunicación sociales dirigidos a menores.
La diversidad en la educación se constata que es directamente proporcional a la influencia de más medios. En los círculos autóctonos, la uniformidad de los educandos es más homogénea, en cuanto un ambiente cerrado controla acotados los influjos educativos. La familia y la tribu, de costumbres consolidadas, trasmiten criterios unívocos en su interpretación.
La escuela y demás centros de enseñanza amplían la percepción de los alumnos a nuevos influjos. Además de los propios contenidos de las distintas materias que aprenden, los cuales les conectan progresivamente a una visión más universal, la confluencia en las aulas de alumnos de diversos poblados, barrios, o culturas, determinan una expectativa a asumir experiencias novedosas.
Los programas de los medios audiovisuales de comunicación dirigidos a niños y jóvenes cada día adquieren una mayor trascendencia en la formación de la personalidad. Programas y juegos presentan modelos ideales de comportamiento que configuran una parte importante del paradigma de intenciones de los adolescentes.
La responsabilidad a la educación que para sí ha reclamado la institución familiar parece que exige, en los actuales tiempos, un cambio de perspectiva por parte de los padres. El mayor influjo del entorno sobre los hijos debería conducir a muchos a la reflexión sobre la importancia de la cohesión de familia y entorno en el proyecto educativo de los menores. Esta integración supone al menos dos aspectos a tener en cuenta:
1º La formación continuada de los padres para la interpretación de los modelos educativos en uso.
2º Una presencia más dinámica de los padres en los círculos sociales.
La pretendida autonomía de algunos en la responsabilidad sobre los hijos produce en muchos casos un reflejo de la personalidad de ellos en sus hijos que puede distorsionar la identificación del menor con la sociedad de su tiempo. Reducir un proyecto educativo a los hábitos de familia, si bien puede parecer la realización modélica para algunos, en la mayoría de los casos genera una deficiente integración en el medio. La generalización de esa actitud concluiría segmentando la educación según modelos de casta, posición, clase o creencias.
El pensar de quienes estiman que la sociedad destruye el esfuerzo que vierte la familia no considera que los hijos son seres sociales, en cuyas relaciones se implican por naturaleza. Pierden la perspectiva algunos que por sobrevalorar el núcleo familiar desestiman la necesaria participación de todos en la construcción de la sociedad. La aportación que en tanta estima se aplica a la propia familia, con un algo más de visión solidaria se podría aportar en contribución al grupo social, y desde ahí percibir en la mutua confrontación de opiniones el beneficio para todo el colectivo.
Educar en familia al margen del entorno no sólo se muestra a la larga estéril, sino que el mayor beneficio para la formación de los menores es el que se deriva del compromiso social de todos por aportar en sociedad lo mejor de cada uno.