PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 6                                                                                                   ENERO - FEBRERO 2003
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NACIONALISMOS






La fundamentación filosófica del nacionalismo es muy relevante para la consideración de la naturaleza del mismo en el conjunto de la sociedad global. Existe acerca del sentimiento nacionalista una percepción sociológica basada en el posicionamiento político que ciega el juicio racional sobre su derecho en el conjunto de la sociedad.

Nación es el conjunto de personas que comparten espacio geográfico, costumbres, historia, cultura y, sobre todo, que conciben una voluntad unitaria de proyección de futuro.
Considerar una nación sólo por su historia sería sostener una realidad en el no ser, lo que abocaría a la negación metafísica de esa realidad. El ser de algo, de una nación, o está fundado en la voluntariedad actual, o no existe. Predicar sobre el nacionalismo, por tanto, entraña la consideración de la voluntad de grupo con proyección desde su historia a un anhelo de futuro. Esa concatenación en el tiempo de la autoconciencia de conjunto cuya historia común soporta un presente común y un futuro común es quizá la característica esencial de una nación.
El análisis de la historia muestra como la estructura de estados a lo largo de los siglos no presenta una correspondencia de naturaleza social sino política. Baste como ejemplos la constitución de los estados en Europa por el dominio soberano de los reyes mediante la conquista por las armas o uniones de sangre. Más patente aún de esa falta de correspondencia entre estado y nación sea la división geopolítica de África, realizada como un reparto entre cancilleres europeos en base a un juego de coordenadas geográficas.
Esa falta de correspondencia entre estado y nación desenfoca la ecuanimidad con que debería considerarse el nacionalismo en el momento actual. La lucha de intereses de poder político se sobrepone al interés social.
Un acercamiento a la realidad actual europea nos muestra como la unión de Europa se está construyendo sobre la base de la nueva configuración de naciones propiciada a principios del siglo XX. Muchos intentos hubo de construir una Europa única bajo el auspicio de una soberanía ideológica, y todos resultaron vanos. Cuando aparentemente más fragmentado parecía estar el viejo continente, más posible se ha hecho la convergencia, en base a cooperar sabiéndose cada pueblo libre en su soberanía.
Nacionalismo no es sinónimo de autarquía, insolidaridad o cerrazón, sino la afirmación de la libertad de un pueblo que considera incuestionable la asunción de la propia soberanía para la conformación de un proyecto social e integración en la esfera internacional.
En democracia corresponde al pueblo la configuración de los límites de soberanía, determinando los ciudadanos libremente las demarcaciones y definiciones políticas que les correspondan; así el ámbito nacional queda protegido de experiencias de dominio por extremismos radicales.
El programa de cualquier nacionalismo democrático, para que así lo sea, supone el respeto al conjunto de personas no predeterminado que componen la población de la nación, cuya constitución del conjunto es por criterios de incorporación del tipo de adhesión social y no sanguínea.
Tres aspectos caben destacar en la temática nacionalista que bien desarrollados arrojan mucha luz sobre su sentido en el marco contemporáneo:
1º Respeto a la conciencia de nación.
2º Imbricación del derecho nacional en el derecho natural.
3º Consideración de la aplicación del nacionalismo en el contexto social global.
La conciencia de nación es determinante para definir el marco político institucional. De la vigencia de la misma se deriva la unidad de acción de toda afirmación nacional. Cuando falta, las experiencias nacionalistas suelen reducirse a atrevidas aventuras de oportunistas políticos, cuando no, incluso, a intrigas de intereses imperialistas ajenos.
La imbricación del derecho nacional en el derecho natural supone la salvaguarda de todos los derechos fundamentales para todos sus miembros con independencia de razas, religión, sexo, cultura, etc. sin más que el advenimiento del respeto de todos a las leyes y costumbres del país.
La consideración de la aplicación del nacionalismo en el contexto social global supone la capacidad de libremente compartir porciones de la propia soberanía con otros estados para el mejor desarrollo de todas las partes. En un marco global, el progreso o es solidario o termina con el tiempo en regresión.