PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 73                                                                                     MARZO - ABRIL  2014
página 6

RICOS Y POBRES

 
Una dificultad sociológica es la marca de distinción entre pobres y ricos, pues lo que para un tiempo y lugar puede parecer mucho, en otro entorno social representa poca disponibilidad de bienes, así que se recurre con frecuencia a los diferenciales de renta, pero ello supone que lo que puede ser útil a los especialistas no siempre se convierte en una referencia eficaz para la ciudadanía, que más que números, que a veces les empachan, quieren atisbar qué actitudes de vida pueden definir esas diferencias. Siguiendo esa idea surge la posibilidad de que la marca entre pobres y ricos se fije según los hábitos normales de vida, de modo que como realmente se vive sea lo que caracterice a uno y otro grupo social. Como los actos sociales son muy distintos entre culturas y civilizaciones, mejor que establecer diferencias por modos absolutos de vida es fijarse en la forma relativa a como unos y otros pueden hacerlo en un entorno social próximo y determinado. Desde ese criterio es posible afirmar que pobres son quienes excepcionalmente se pueden permitir hacer gastos que los ricos los hacen habitualmente, y que ricos son los que sin dificultad cubren cualquier necesidad de la vida que a los pobres normalmente les es imposible atender. Ello representa la falta de cohesión en la sociedad, que más que estadísticas y diferenciales económicos manifiesta la distinta posibilidad de ser de los estratos de una país, entre naciones y el mundo en general. Esa forma de evaluación por la forma real de vida, distingue también a los ricos de los muy ricos, por los lujos que se dan, y los pobres de los muy pobres, por las necesidades que no alcanzan a cubrir.
La corrección de esa falta de cohesión en la sociedad es lo que proclama el valor de la solidaridad, que para corregir la desigualdad ha de conseguir acortar la diferencia de calidad y cantidad entre  lo que los ricos disfrutan y los pobres no. Esto no se puede lograr con la simple proclama de voluntad de que los pobres vivan como los ricos, pues ello es imposible de lograr si no son los ricos los que, restringiendo su forma de vida, ceden medios con los que los pobres pueden acceder a mejorar su consumo. Esta solidaridad se concreta por un lado en la disposición personal, y por otra en secundar la oportuna acción política. La primera permite poner medios a favor de la promoción de vida de los pobres, sustraídos de reducir los hábitos propios de consumo, reconociendo con ello que tales, en contra de lo que se creía, no tienen carácter de necesidad. La acción política del conjunto de una comunidad respecto a la solidaridad se concreta en la política de impuestos que mantiene las protecciones sociales. Cuando la política de protección social garantiza la enseñanza obligatoria, la sanidad universal, la promoción de la vivienda social, la atención a todos los discapacitados... está de hecho favoreciendo que en esos ámbitos los pobres puedan tener cubiertas necesidades que les equiparan a lo que disfrutan los ricos, disminuyendo la sima que sin esas políticas se consolidaría.
 

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