PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 75                                                                                     JULIO - AGOSTO  2014
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MIGRACIÓN Y EDUCACIÓN

 
Un problema colateral, no menor, para quienes se ven empujados a emigrar de su patria es la rémora en la educación que ello puede suponer para los niños y jóvenes, muy especialmente cuando además del entorno territorial se cambia de cultura, de lengua y de estructura familiar. A veces se considera que emigrar a un país con mayor nivel económico va a suponer, además de alcanzar un trabajo, el recurso a una mejor educación para los hijos, pero luego se percibe que la integración no es un acto automático, por lo que la educación se convierte a veces en un escollo que lastra las otras ventajas que encuentra la familia en el país de acogida.
Los factores que influyen en la educación de un colectivo por la migración son de varios aspectos. Por un lado, la incidencia en el sistema educativo el país; por otro, la efectividad de ese sistema sobre los nuevos alumnos que presentan una problemática peculiar. Del influjo sobre la educación en el país receptor de inmigrantes cabe destacar:
  • Desestructuración del programa de educación cuando este está concebido para los nacionales y ha de adaptarse en la realidad a clases con un porcentaje significativo de extranjeros.
  • Dificultad en la evaluación de los resultados educativos por la distorsión que en los mismos incluye un alumnado poco homogéneo en las aulas.
  • Problemas de integración entre alumnos, padres y profesores, o sea problemas de centro, cuando el sistema es ambiguo respecto a derechos y obligaciones pasa gentes de otras culturas.
  • Inconvenientes de compaginar una escolarización obligatoria con la prevención de derechos a la libertad religiosa.
Para los inmigrantes, entre las principales dificultades se pueden señalar:
  • El dominio de la lengua en que se imparte la educación.
  • Los ritmos de aprendizaje definidos en el sistema educativo.
  • La integración en los cursos idóneos y su reflejo en grupos de edad.
  • La discriminación étnica o social.
  • Los costes reales de la enseñanza.
  • Los desplazamientos de la unidad familiar por motivos laborales.
Como la enseñanza no constituye el reclamo para la migración, las repercusiones sobre el sistema educativo vienen dadas según los ciclos de migración dependientes de factores que le son ajenos, por lo que, cuanto más inestables sean estos, más posibilidades existe de que la integración educativa sea más deficiente, con lo que ello puede repercutir de enojo para los nacionales si aprecian incidencia negativa para los suyos.
La actitud de los gobiernos de los países receptores de migración puede dirigirse hacia una mayor protección de sus ciudadanos y su sistema o a garantizar la integración de todos los alumnos, tengan el origen que tengan. En la primera opción, que suelen sostener los países más conservadores, los gobernantes dejan que sea la propia estratificación social la que resuelva los problemas de integración mediante una oferta privada de enseñanza que sea la que seleccione la idónea homogeneidad de los alumnos. Incluso aunque ello supusiera un coste económico mayor, se elige en aras a que quede garantizada el efectivo rendimiento educativo. Para ello, si es preciso, se subvenciona migración de profesores en lenguas extranjeras para atender a los grupos de inmigrantes más significativos, realizando en las escuelas una auténtica atención diferenciada entre nacionales y extranjeros cuando estos no poseen el conveniente dominio de la lengua oficial; también se recurren a una enseñanza a dos velocidades, en función del rendimiento de aprendizaje y de las perspectivas profesionales futuras.
Cuando la opción elegida por los gobiernos es la de la plena integración social de los inmigrantes, porque esa integración universal forma parte del ideario social del país, se valoran en la educación más factores que los meramente instructivos, de modo que se considera esa diversidad de las culturas como aliciente de una formación integral que valga para que se reduzca la tendencia a la marginación y estratificación de la población.
Sea cual sea la opción que toman las autoridades del país, lo que no puede desde la política es obviar la necesidad de recursos especiales en función de las dificultades reales que para el sistema educativo genera la llegada significativa de estudiantes inmigrados desde otras nacionalidades. Muy posiblemente ello exige un refuerzo de inversión económica para educación, que no sólo protege derechos fundamentales de los inmigrantes, sino que se está favoreciendo que el sistema educativo del país no se resienta por la irrupción de un número significativo de alumnos que no han seguido desde sus inicios el itinerario estructurado de la enseñanza, y cuya adaptación se sabe que exige medios adicionales, que de no proveerse pueden generar un significativo retroceso en la evaluación del sistema de enseñanza, que no lo es tal sino de las circunstancias en que ha tenido que aplicarse.
 

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