PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 76                                                                                     SEPTIEMBRE - OCTUBRE  2014
página 8

CONOCER, PROBAR

 
Existen dos formas de adquirir saber, una de ellas es la de la experiencia sensible, otra la formación intelectual. La educación de basa en una y otra, hay conocimientos que no se pueden transmitir sino implicando al alumno a realizar pruebas y ejercicios sensibles, de modo que a través de ellos se adquiera una experiencia que fundamente un conocimiento. Por ejemplo, aprender a escribir no se consigue sin el esfuerzo de la práctica de la caligrafía; sin ese esfuerzo personal de probar y progresar son vanas todas las nociones teóricas de la representación gráfica del alfabeto; lo mismo se puede decir del dibujo, de soldar o de la cirugía. Otros conocimientos sí admiten una enseñanza teórica, sin que el alumno precise, para dominar esas disciplinas, la experiencia personal sobre su realidad. Por ejemplo, la historia o la geografía no exigen que los alumnos comprueben personalmente la altura de las cordilleras ni la longitud de los ríos, o que tengan que participar directamente en excavaciones arqueológicas.
Esa misma distinción en las formas de aprender en la escuela o en la universidad también se aplica en el aprendizaje de las cosas más sencillas de la vida. Por ejemplo, una cosa es saber qué alimentos a una persona le gustan, lo que adquiere probándolos, y otra conocer las propiedades nutrientes de cada uno de ellos, lo que se aprenderá asumiendo la información científica. En los primeros años de la vida, como no se domina el lenguaje, la única experiencia es la sensorial, por lo que los niños tienden a querer tocar y probar todo como única forma de memorizar su relación con el mundo exterior. Esos mismos niños, creciendo y asumiendo mediante el lenguaje la confianza de su inserción social, van a ser capaces de incorporar como saber propio todo lo que se les enseñe teóricamente respecto a la realidad de las cosas, y sólo una parte de ese saber va a exigir una experimentación personal para poder ser conocidas. Lo que no quita que la curiosidad sensual e intelectual les mueva a probar toda la realidad a su alcance para reforzar ese conocimiento teórico con su aprobación particular.
Como las persona no tienen límites a su ansiedad de saber, padres y profesores deben enseñar todo, unas cosas como contenido de un programa de enseñanza y otras como satisfacción a la curiosidad que muestran niños y adolescentes. Ese enseñar sin restringir es la única forma de ganarse su confianza en que la sociedad no engaña ni busca coartar la libertad. Dentro de ese contenido de conocimiento es donde hay que incidir en que todo lo pueden saber, pero no todo lo tienen que probar, porque existen realidades que dañan la integridad física o anímica de la persona. Si se les niega ese derecho a saber, ¿cómo no se va a buscar probar para saber? Precisamente la enseñanza está para satisfacer la curiosidad indicando las cualidades de cada cosa, diferenciando qué es beneficioso y qué perjudicial, pero recalcando qué y por qué algo no se debe probar, de modo que la curiosidad quede satisfecha por el conocimiento de los efectos sin necesidad de experimentarlos.
 

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