PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 77                                                                                     NOVIEMBRE - DICIEMBRE  2014
página 8

INGENIERÍA SOCIAL

 
Entre la sociología, que estudia cómo son los comportamientos sociales, y la filosofía social, que estudia cómo deben ser las relaciones sociales, cabe la aplicación de una técnica que estudie las estructuras eficaces para que las relaciones sociales sigan los principios de la filosofía social, adaptando la aplicación de esos criterios en razón de la experiencia que arroje la sociología respecto al grado de satisfacción ética que encuentran los ciudadanos por la identificación de realización personal. Esta técnica escapa al objeto propio de la filosofía en cuanto ésta no puede sino definir los contenidos de verdad de sus considerandos y las condiciones de verdad de cómo se deben proyectar, pero más allá de ello, cuando se ha de definir las normas de actuación social que hagan efectiva su doctrina, es preciso que la imaginación construya las reglas prácticas en cada ámbito para que las relaciones humanas sean auténticas relaciones de servicio, y rectifique su estructura cuando sus resquicios identifiquen la persistencia de relaciones de dominio.
La sociología viene detectando en los últimos decenios cómo las estructuras de poder se articulan para crear una auténtica ingeniería comercial con fin de imponer el consumismo,  una ingeniería fiscal para defender la insolidaridad o una ingeniería financiera para especular sobre los recursos humanos en beneficio particular. De este modo, al amparo de la ley, se vulneran principios elementales de responsabilidad social porque sus poderes ejecutivos se muestran mucho más audaces y dinámicas que los mismos Estados y Administraciones Públicas. Piénsese por ejemplo en el persistente poder de las bandas organizadas, de las mafias, de las multinacionales, del terrorismo internacional, de la corrupción política, que perviven a pesar de la acción de la justicia ya que sus recursos de inteligencia se adelantan a que la justicia tipifique los delitos y abusando en la aplicación de la ley por los recovecos que dejan los procedimientos judiciales o los convenios de extradición internacional.
La ingeniería social debería constituirse como una técnica especializada en la generación de estructuras de convivencia capaces para definir las leyes con tal grado de eficiencia y eficacia que garantizaran realmente la expectativa de la ciudadanía respecto a las perturbaciones que atentan a su seguridad y a su libertad. Cuanto mayores son las comunidades y mayor novedad de relaciones se formalizan más se requiere de la definición de protocolos de actuación que garanticen que se alcanzan los fines sociales demandados por la comunidad. Esa estructura tiene que ser tan inteligente que estudie las necesidades fundamentales de la población, la planificación de los recursos, la generación de las infraestructuras, la sostenibilidad, la investigación, la demografía, etc. pero todas ellas contempladas de modo unitario salvaguardando el servicio general a la población de un modo tan solidario como lo defina el sistema político vigente. Muchos estados se han dotado desde hace siglos con una Administración Pública eficaz, pero lo que define el progreso del país no es la eficacia de la Administración sino la del conjunto del trabajo de toda la sociedad. Para ello es preciso que la ingeniería social incluya en su proyecto una estructura de coordinación de fuerzas que favorezca la defensa civil de la sociedad de los poderes fácticos capaces de subyugarla. Sólo una poderosa estructura capaz de aglutinar el esfuerzo colectivo de los ciudadanos por la defensa de sus derechos y libertades puede ser tan poderosa para sostener una economía saneada capaz de cerrar el paso a la imposición de los grupos de presión que pretenden encontrar en la debilidad de la independencia ciudadana el camino para prosperar su dominio. Hacer valer la fortaleza de la comunidad parece sencillo, pero solo se logra cuando la estructura que la rige es tan perfecta como la de los oponentes a su consolidación. Eso exige, además del ánimo, la pasión por la inteligencia que desde el respeto a la individualidad de las personas ponga en valor la iniciativa y el trabajo del conjunto de la sociedad, de modo que el mayor querer de las personas sea reconocerse en la eficacia del progreso entre todos logrado.
 

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