PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 77                                                                                     NOVIEMBRE - DICIEMBRE  2014
página 10

CON LA IMPRENTA

 
Hacia mediados del siglo XV se produjo un hecho de auténtica revolución cultura en la sociedad que iba a potenciar la difusión de la palabra y el pensamiento. El invento de la imprenta por Gutemberg no sólo facilitó la impresión industrial de libros, sino que ello precipitó una liberación de la cultura de la traba de la necesidad de los copistas, cuya disposición indirectamente ejercía un control de qué contenidos se priorizaban difundir y cuáles quedaban vetados o censurados. Es obvio que ello indujo un cambio tal, que se suele considerar ese hecho trascendente como la referencia del paso de la Edad Media a la Edad Moderna.
Se suele considerar como muy relevante que la posibilidad de editar libros industrialmente disminuyera su coste, que multiplicara las posibilidades de difusión a más gente por la continua reimpresión, que facilitara la lectura al fijar la imagen de los caracteres de las letras... pero el más definitorio de la novedad puede ser considerado el liberalizador de la cultura al poder un grupo reducido de personas difundir miles de ejemplares, lo que permitió popularizar lo que antes no se lograba sino por el trabajo de los amanuenses y por la transmisión oral. A partir de la industrialización de la imprenta todo el saber universal se posibilitaba acercar a toda la población mundial que supiera leer.
Otro hecho que este descubrimiento favoreció fue el del paso de la sociedad clerical a la sociedad laica, ya que anteriormente el trabajo de los monjes en los monasterios tenía uno de sus sentidos en el servicio que prestaban a la sociedad con su labor de amanuenses, que por la propia naturaleza de su condición estaba dirigido principalmente al ámbito de copiar los libros religiosos, ya fueran litúrgicos o teológicos. Ese principal empleo limitaba su trabajo como copistas de libros profanos, que, aunque se realizaban como modo de sustento y servicio a dignatarios o benefactores, no podían ser sino en unidades limitadas por la naturaleza misma del tiempo preciso para ese trabajo.
Las posibilidades que prestó la imprenta fue determinante para la difusión de la cultura clásica y para desde ella favorecer una nueva valoración del hombre como el promotor de un orden social laico, liberado de la servidumbre del control que sobre las ideas ejercía el clero desde su posición dominante en la comunicación. Una característica de la libertad ganada en los nuevos tiempos era que no sólo se podía crear en los campos de la filosofía, moral, ética, política... como ya se hacía en los siglos anteriores, sino que cada una de esas ideas, gracias a la imprenta, podía difundirse con mayores posibilidades de ser leídas por muchas gentes. Esto dio origen a la aparición de la profesión de editores, el comercio de libros, revistas, periódicos, o sea a una nueva sociedad de la comunicación cada vez más universal e incontrolable, que tanto favoreció la definición de la sociedad moderna.
 

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