PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 79                                                                                     MARZO - ABRIL  2015
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LÍMITES A LA EXPRESIÓN

 
Los límites de la libertad de expresión no deben ser considerados como criterio de comunicación, sino como un criterio ético de la comunidad en la que se realiza ese ejercicio de expresión. Lo que para un determinado entorno puede parecer indecente y soez, en otra cultura puede ser mayoritariamente tolerado, por lo que no se pueden dictar normas universales respecto a la libertad de expresión sino el ajuste de esa libertad a la ética, según es entendida y aceptada en cada momento y en cada entorno social.
La diversidad de civilizaciones, de culturas distintas dentro de cada civilización, de carácter dentro de cada cultura, hacen que los límites de la extensión semántica con la que cada persona se expresa sean muy distintos incluso dentro de un reducido espacio social. Si el mismo vocablo o una imagen no connota igual sino en cada contexto, cuánto más su significado puede variar según se perciba en cada rincón del mundo. Así la crítica hacia contenidos nacionales, racistas, institucionales, religiosos, clasistas, políticos, sexuales, morbosos, etc., deben autocensurarse ajustándose en sus límites de acuerdo a la tolerancia social establecida en cada país, la que determina los parámetros éticos para que la crítica no distorsione su efecto pretendido de que se ejerza como un bien social.
En los tiempos actuales, cuando los medios técnicos facilitan la conectividad de la comunicación a casi todo el planeta, es necesario aplicar el sentido común respecto a que lo publicado significa según el código propio de la comunidad a la que se dirige, debiendo quien accede desde otra parte del mundo a esos contenidos realizar el esfuerzo de adecuarse a la mentalidad cultural del editor, y no al contrario, pues nadie puede constreñirse por la universalidad de criterios con que en cada parte se evalúa éticamente el pensamiento social, político, religioso, etc. Lo que en algunos lugares determinados temas que tengan trascendencia social puede ser criticados mediante cualquier medio de comunicación, en otros supone una falta importante de respeto, pudiendo estar penado incluso por la ley. El escándalo, por tanto, es un hecho que según cada cultura tiene tantos matices que no puede generalizarse universalmente, debiendo imponerse la tolerancia a la violencia al juzgar los criterios más estrictos o laxos que sobre cada tema pueda tener cada comunidad.
Todos los países son soberanos para democráticamente legislar los límite éticos que marcan su cultura, definiendo la tipificación de los delitos de difamación, calumnia, faltas al honor, etc. El pueblo debe ser quien, sin violencia y mediante su participación política, delimite qué y cuánto puede herir la sensibilidad ciudadana, distinguiendo entre medios pasivos que difunden los contenidos a los individuos sin que estos los requieran, y medios activos que exigen la complicidad de las personas para recibir la comunicación.
 

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