PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 82                                                                                     SEPTIEMBRE - OCTUBRE  2015
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ACCIÓN SOCIAL

 
Todas las personas realizan actividad social por el mero hecho de participar en la vida comunitaria. La acción social, que podría considerarse similar a la actividad, presenta sin embargo una tradición semántica que extiende el significado de actividad a la intención y atención por el interés de que las relaciones sociales mejoren las condiciones de  convivencia y protección mutua entre quienes comparten la  vida social. La acción social recalca la preocupación de los unos por los otros, y refleja las acciones concretas en las que se involucra cada persona para obrar de como coherente con esa responsabilidad.
Hay  una acción social muy primaria, pero no por ello menos trascendente, que es la que se vive en el entorno familiar y en el ejercicio del trabajo profesional. Afecta a casi todas las personas, y aunque se suele considerar parte de la obligación de responsabilidad, no por ello admite que haya quienes cumplen correctamente con sus deberes y además asumen una mayor implicación en la asistencia a familiares o compañeros que el mero cumplimiento de las obligaciones. Ese interés por el servicio, antes incluso de poder ser requerido, es el que caracteriza que esas células sociales fundamentales, como son la familia natural y la familia laboral, sirvan de experiencia para encauzar la manera de ser de cada individuo proyectándola hacia el compromiso en la acción social.
Con mucha frecuencia en la sociedad se ha entendido por acción social la correspondiente a la institucional de entidades comprometidas con ese fin, de modo que para  identificarse como a activista había que estar afiliado a alguna corporación. Esa reducción mental de la acción social ha hecho que muchas personas, celosas de su independencia, no se comprometan más al considerar que desde su participación individual no trasciende su esfuerzo por ayudar a los demás. Aquí merece la pena reivindicar que "aunque la unión hace la fuerza", no por ello esa unión debe identificar sólo la formalizada, sino también la que agrupa a cada uno con los demás desde un sentimiento emocional de prestar la ayuda a quien la pueda necesitar de un entorno tan amplio como pueda alcanzar el influjo personal.
La acción social es la suma de todos los esfuerzos ciudadanos para mejorar la conciencia del servicio solidario que debería inspirar la convivencia de las personas, sin discriminaciones, con plena tolerancia, aunque ello no limite la prevención contra el fraude de quienes solicitan auxilio como acostumbrada forma de paliar su desidia, no por causa de necesidad accidental. Desde la participación en las asociaciones de padres en las escuelas, en las comunidades vecinales o en los sindicatos profesionales, hasta en la difusión de la cultura, la promoción del deporte o la defensa de la naturaleza, todas son formas legítimas de animación social en las que tanto vale las agrupaciones muy numerosas como la aportación minoritaria, pues todo repercute para bien de la sociedad en función tanto de la dedicación personal como del valor que se persigue potenciar. Para la asistencia directa a accidentados, enfermos o a personas con capacidades diferenciadas con frecuencia se requiere profesionales cualificados, pero todas las personas pueden concurrir a ese servicio de forma colateral, paliando los rigores que la marginación pueda imponer a los necesitados. Para ello se puede acudir a colaborar con organizaciones existentes, o hacerlo directamente con conocidos a quienes no se les prestaría ese servicio si no empujara la conciencia de solidaridad. Parece correcta la posición de exigir involucrarse más a las instituciones públicas con la acción social, pero sin dejar de hacerlo es importante preguntarse sobre cuánto cada uno aporta personalmente en beneficio de los demás --además de con su trabajo profesional y las ocupaciones familiares y de estado--, porque cuando sólo se exige un esfuerzo genérico cabe la posibilidad de que unos por otros lo que prospere sea esa relajación social que admite que todo resulta tan deficiente porque a los demás les domina una conciencia poco comprometida.
 

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