PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 87                                                                                   JULIO - AGOSTO  2016
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ENDEUDAMIENTO Y REALIDAD

 
La política de endeudamiento público de una comunidad debe contemplar tanto el presente como el futuro, porque remediar una circunstancia temporal puede tener consecuencias graves en el tiempo venidero. Si la economía fuera una ciencia exacta, que pudiera prevenir con exactitud cómo va a ser su comportamiento a largo plazo, se podría planificar el endeudamiento y su amortización, pero como ello no es así, las previsiones que se hacen pueden variar tanto que arrastren a un país a la ruina.
Hay dos criterios que contradicen la aventura del endeudamiento: El primero es que la deuda del tesoro nacional condiciona la libertad democrática de los futuros gobiernos; el segundo, que el endeudamiento económico de un país empeña la capacidad de respuesta a las futuras necesidades que puedan surgir. Paliar una realidad actual puede debilitar las posibles respuestas para afrontar emergencias futuras aún más graves. Científicamente sólo se justificaría el endeudamiento en gasto productivo que autogenerase indudablemente su amortización, sin poner en riesgo el gasto estructural social, lo que sólo se concibe con la inversión riesgo, pero, cuando en vez de inversión focal se recurre al endeudamiento genérico del país, lo que ocurre el que todo el riesgo se traslada a la economía nacional, riesgo que puede considerarse asumible en un entorno de realidad e inasumible en otro entorno diferente, y como el entorno a largo plazo es variable, existe una alta probabilidad de laxitud con la amortización en los momentos favorables y de verdadero drama en los más desfavorables.
El endeudamiento público coyuntural debe plantearse como una solución de emergencia a corto plazo establecida con el firme propósito de que no se convierta en deuda estructural que condiciones la realidad futura, porque las necesidades que pueden atañer el futuro pueden ser tan graves y diversas que no se justifica que conscientemente unas determinadas políticas anteriores ya lo tengan embargado. La razón que debe administrar la realidad de cada momento es una política fiscal que recaude el gasto social demandado por la sociedad y comprometido por su legítima autoridad, algo que la estructura política de cada país debe exigirse y hacer cumplir a su gobierno como garantía de democracia, trasparencia y verdad.
Con frecuencia se culpa al sistema democrático de vender utópico futuro a cambio de votos, lo que se sana obligando a que la política fiscal repercuta en los contribuyentes cada año el gasto real del Estado, no siendo ello lo que pueda arbitrarse desde cada gobierno, sino que, siendo eso así por ley, sea lo que los determine en las votaciones el criterio más justo para la distribución y recaudación de las tasas e impuestos.
 

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