PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 87                                                                                   JULIO - AGOSTO  2016
página 7

TRANSVERSALIDAD SOCIAL

 
El análisis de la historia pone de manifiesto cómo una realidad reconocida en todos los tiempos y en todos los lugares es la tendencia a la una estratificación social en capas, consolidada por la transmisión familiar no sólo de los bienes y la cultura, sino también de la ideología. Ese entender el derecho de modo propicio para el entorno al que se pertenece por nacimiento, y desigual para el resto del colectivo, las más de las veces encuentra su justificación en la distribución de la riqueza, cuando no además en la fuerza, la tradición o la cultura. Así se han sucedido generaciones y generaciones dependiendo unas y otras familias de no caer en desgracia de quien administra más poder o, por el contrario, de ascender por dádiva política, mérito de guerra o por ingenio. Es a partir de la superación del antiguo régimen imperial o monárquico cuando, con la progresiva interpretación de la democracia como alternativa universal del poder, la ciudadanía reclama para sí la igualdad objetiva y subjetiva del derecho.
Superar siglos de estratificación social en capas no se logra ni en un decenio, ni en un siglo, pero lo fundamental para alcanzar ese objetivo es progresar paulatinamente en derribar las barreras mentales que sustentan la asunción de conciencia de clase. Aproximar inclusivamente en el derecho a todas las personas supone antes que nada garantizar la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos, especialmente en lo que determina los derechos fundamentales, algo que, aunque se dispusiera por ley, no sería realmente eficaz mientras no evolucionen al mismo tiempo que las leyes las reticencias sociológicas de esos ciudadanos. Para ello lo más adecuado es aproximar las ideologías que guían la forma de concebir la sociedad de un modo trasversal que contemple poner en valor la síntesis de lo mejor que aporta cada una de ellas.
Si los últimos siglos han representado la exaltación de los ismos --liberalismo, socialismo, centrismo, comunismo, monarquismo, anarquismo, nacionalismo, republicanismo...-- sería bueno que el siglo XXI pasara a la historia por haber aprendido que en vez de gobernar enfrentándose unas a otras tendencias --que la mayor de las veces favorecen a unas u otras capas de la población-- lo realmente eficiente para el progreso homogéneo de la sociedad es tomar de cada una de ellas lo mejor, pues todas poseen valores para que sean reconocidas, y conjugarlas armónicamente como una melodía que suene grata para la mayor parte de los oídos.
Una forma de progresar en ese camino es confluir ciudadanos de diversa extracción social, o pensadores tolerantes, o políticos flexibles, y procurar entre ellos poner en valor lo que de cada tendencia pudiera ser más característico. Por ejemplo, de algunas ideologías podría extraerse:
  • Del liberalismo: el rendimiento de la productividad.
  • Del  socialismo: la universalidad de la protección social.
  • Del comunismo: la justicia distributiva.
  • De los partidos éticos: la trascendencia de la moral pública.
  • Del centrismo: la limitación del poder.
  • Del nacionalismo: la identidad nacional.
  • De los ecologistas: el crecimiento sostenible.
  • Del solidarismo: la relajación de las fronteras.
  • De los partidos verdes y sanimalistas: el respeto a la naturaleza.
  • De los tradicionalistas: la memoria.
Es muy posible que cada ideología llevada al límite se haga insuficiente para otros muchos ciudadanos, porque  la democracia exige tanta diversidad como la hay entre las propias personas. Ello se refleja en la pronta contestación de muchos ciudadanos que no ven atender sus demandas cuando las autoridades elegidas consideran como contaminante de su pureza ideológica todo lo que no proceda de la voluntad de sus líderes. La transversalidad supone sumar en la búsqueda de la gestión social lo que puedan aportar personas identificadas con un mismo fin pero con perspectivas diversas del medio para conseguirlo.
Progresar en la transversalidad supone trabajar en superar las marcas diferenciadoras de los característicos grupos sociales, sabiendo que existen marcas naturales, como la diferencia de edad, difíciles de reducir. Por lo que en más se aprecia la acción de la transversalidad es en la superación de aquellas concepciones tradicionales que constriñen la sociedad por su compromiso con las relaciones de dominio.
 

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