PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 90                                                                                  ENERO - FEBRERO  2017
página 4

ENVIDIA

 
Estudios de personalidad difundidos hace decenios de años señalaban la envidia como una pauta sicológica diferencialmente acentuada entre unos países y en otros. Lo que no reflejaban esos estudios eran las causas que podían motivar esos efectos. Quizá, aunque todo el mundo sabe lo que es la envidia, porque es universal el padecerla como sujeto y como objeto, no está suficientemente difundida su naturaleza y las distintas perturbaciones de la mente que la favorecen.
Sobre la naturaleza de la envidia se podría afirmar que se trata de una pasión de la autoestima, consecuente de la relación, por la que se desean perfecciones y bienes que otros poseen. Se produce en la relación porque procede de la comparación entre lo que se es y lo que se tiene con lo que se podría ser y se podría tener, percibida en el contraste entre uno mismo y los demás, especialmente en los más próximos.
Respecto a lo que se es, la envidia suele adolecer de un exceso de subjetividad en la apreciación de la realidad, pues aunque se tienda al lógico deseo de alcanzar las perfecciones ajenas, no debe hacerse sin considerar el valor de la propia forma de ser, así como la consideración objetiva de que ninguna persona alcanza a reunir todo lo mejor. Querer ser en algo como otros se puede intentar conseguir conociendo los valores que les inducen a ser de esa forma y las virtudes adquiridas para obrar asiduamente así, pero la envidia normalmente no persigue esa imitación productiva, por el esfuerzo que exige, sino que como una entelequia mental disputa a la naturaleza la distribución de los dones de la personalidad.
Aunque la envidia se da más en el ámbito de lo que se desea ser, es mucho más perceptiva en el de lo que se desea tener. En este ámbito material la atracción de los bienes ajenos que no se pueden alcanzar suponen un reclamo para la mente,, tanto más cuanto se es más materialista. A veces esa envidia es consecuencia del deseo directo de disfrutar de un bien por el bienestar que genera, y otras porque la posesión de un determinado objeto connota una posición social que se desea. En especial causan ansia aquellos objetos que gustan y se consideran imposibles de alcanzar.
En la envidia por tener, y a veces en la de por ser, cabe distinguir dos causas peculiares de consideración:
  • La generada por la injusticia.
  • La generada por el materialismo.
La injusticia, en todas sus variantes, secciona la sociedad creando desigualdad de oportunidades para alcanzar el derecho debido. Ese derecho ampara la correspondencia entre el trabajo o esfuerzo invertido y la retribución recibida; cuando no existe esa correspondencia que garantice una igualdad al bienestar, los objetos vetados para algunos y fáciles de disfrutar para otros inducen a un rencor con el sistema que suele ser comparado por sus efectos a la envidia entre unos y otros.
La generada por el materialismo provienen de inducir a competir en el consumo por una renovación que causa adicción en el comprar y en el lucir. Esa afición artificialmente creada genera una envidia que no está relacionada con la necesidad o el disfrute de bienes, sino por colmar una ansiedad de poseer cada novedad antes que los demás puedan tenerla.
La envidia se puede considerar una pasión porque altera la consideración propia de la mente respecto al valor de lo que realmente proporciona la felicidad. Cuando sí se conocen esos valores, se relativiza lo ajeno y se aplica la mente a la perfección de la propia realidad que pueda retribuir la satisfacción del deber cumplido.
 

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