PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 95                                                                                  NOVIEMBRE - DICIEMBRE  2017
página 10

DESAMOR

Existen relaciones de pareja que duran años y años, y otras que apenas se mantienen durante unos meses. Para que una pareja perdure durante años en buena relación parece necesario que exista esa mutua atracción para la convivencia que se denomina amor. La quiebra de la convivencia en la pareja suele provenir por el desenamoramiento de una de las partes, pues cuando se produce la falta de correspondencia de una parte hacia la otra se genera un desequilibrio que termina por convertir la convivencia en simple tolerancia, cuando no en abierta porfía. Esa oposición entre amor de desenamoramiento, que puede considerarse como el fracaso en la realización de un sentimiento o ideal personal, supone de hecho una relación entre dos contrarios en los que el segundo exige la existencia del primero. Otra oposición distinta es la que se puede establecer entre el amor y el desamor, que se corresponde con una contradicción en la que ambos términos se oponen categóricamente.
El desenamoramiento se puede definir como la pérdida del amor a alguien o algo, lo que exige previa existencia real de aquello que puede ser perdido. Para desenamorarse es preciso que haya existido previamente un amor cierto, aunque sea verdad que sólo cada conciencia pueda discernir la entidad de ese sentimiento, pues sus manifestaciones también pueden ser tan falsas como la capacidad de engaño quepa en una mente. Supuesta la recta intención mental de quien así se manifiesta a la pareja para emprender vida en común, tanto se consolida el amor por la satisfacción que de la relación se deduce, como de la realización en la perfección material o espiritual que se quiere para la parte contraria; pero también igualmente el amor se deteriora por la insatisfacción en la convivencia y en la pérdida del interés por el beneficio del otro. Por ello el amor y el desenamoramiento están muy ligados a la determinación de la creatividad para sostener una relación afectiva en la que cada parte se interese por lo común tanto como por lo propio.
El desamor se puede definir como la carencia o falta de amor o amistad, que es consecuencia de quien no conoce o valora el amor. Cuando una persona desconoce el sentimiento del amor, toda la perspectiva de relación se fundamenta en el único fin de que le genere satisfacción o beneficio. Ese modo de entender y comportarse en la vida incluye, las más de las veces, las relaciones de pareja que establece, las que se rigen por la rutina del ejercicio del dominio sobre la voluntad de la otra parte para que se preste a satisfacerle. La exclusión del interés ajeno hace que la relación de pareja fracase el poco tiempo, debido a la quiebra de la propia estima que se propicia en la pareja.
El incremento del desamor en la sociedad, sean cuales sean las causas, se deja sentir en los efectos familiares, pues la convivencia en ellas se hace inestable desde los primeros momentos, aunque la pasión ciegue a veces a comprender la inutilidad de la relación más allá de servir como pasatiempo ocasional. Como el desamor no es realmente un vicio, sino una manera de ser, apenas inquieta a la conciencia fuera de la valoración de la fragilidad de las amistades y el desinterés por el compromiso; por ello el desamor carece de cauces de superación distintos a los de la experiencia moral de sentirse amado.
 

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