4607.html PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 46                                                                                            SEPTIEMBRE  - OCTUBRE  2009
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APATÍA LABORAL

 
El trabajo vincula al ser humano a una relación de dependencia, por la que obtiene los recursos de su subsistencia, y a una relación creativa, mediante la cual da realidad a sus fantasías de ordenar su entorno para su servicio. Dependencia y creatividad unifican esfuerzo e imaginación, y uno y otro componente pueden hacer el trabajo más tedioso o más gratificante. Como el trabajo obliga a toda la humanidad, es muy probable que a cada persona le afecte de una manera contundente en su estabilidad mental la vinculación emotiva de su vida laboral.
Agrade o no el trabajo que se hace, hay que hacerlo mientras no se disponga de otros recursos que los que se poseer el control de la naturaleza. Hasta cuánto podrá dominar el hombre su entorno para poder reducir su esfuerzo es algo que la técnica dirá, pero, teniendo en cuenta que la perfección de la técnica constituye un trabajo, parece ser que lo más a que puede aspirar la humanidad es a mejorar las condiciones de esfuerzo que la carga laboral le exige.
Cada persona sufre o disfruta del trabajo de un modo particular, que se modifica no sólo en función de la labor en que se emplea, sino también de las circunstancias de edad, salud, condicionamientos familiares, recompensa moral, etc. Por ello no puede achacarse al trabajo en sí el interés o la apatía que produzca sobre la persona, sino también a la disposición sicológica de ésta para asumirlo. Es ahí donde puede incidir que el componente creativo favorezca la perspectiva de realización personal por la que se estime el trabajo que se realiza a pesar del esfuerzo que requiere. Pero esa creatividad intelectual que reporta sentimientos de realización también puede estar influenciada por la perspectiva de la finalidad del trabajo, sobre todo cuando se descubre el componente con el que se ayudan mutuamente en la sociedad unas personas a otras. Esto puede justificar el por qué un artista puede llagar a sentir apatía por la rutina en su labor, y un dependiente se sienta permanentemente recompensado por la satisfacción que encuentra en esa relación de servicio hacia quienes atiende. Es muy probable que una misma profesión ofrezca al trabajador aspectos positivos y negativos, que muy probablemente se mantendrán constantes a lo largo de su vida, sin embargo la ponderación de unos y otros varían con el decurso del trabajo modificando la valoración mental que en cada momento se haga del mismo.
Cuando se acentúa la apatía laboral conviene tratarla como una deficiencia de la personalidad, por considerar si es que la creatividad se haya resentido de tal modo que ese individuo no se reconozca en el modo de ser propio que le corresponde, lo que podría originar una patología depresiva. Esto mismo se puede seguir de una pérdida del sentido o finalidad del trabajo. Estas situaciones mentales están ligadas a una rutina laboral, siendo probable que el cambio de actividad y responsabilidades ayudan a motivar la creatividad y a alejar por un tiempo la apatía producida por la rutina en el quehacer laboral.
Cuando las circunstancias son las que obligan a ejercer un trabajo del que se tiene constancia de la nula creatividad por quien lo ejerce, quizá sólo vale motivarse en función del fin, pues, analizado en una perspectiva mucho más amplia, todo trabajo contribuye a la creatividad global sobre la que la humanidad teje su progreso.